En un barrio roban tanto que hasta se llevaron la prótesis de un perro

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Fuente Clarín

Los vecinos de Loma Hermosa, una localidad al norte del GBA que está en el límite entre los Partidos de Tres de Ferebro y San Martín, no salen del asombro. A los constantes robos de autos y asaltos en comercios se sumó un ataque tan violento como insólito: a Angela Garay le sacaron la prótesis veterinaria para su perro “Rupave”, al que le faltan todas las patas y no puede caminar.

Ocurrió en la esquina de Madrid y Congreso, una zona de casas bajas a dos cuadras de Avenida Eva Perón. Angela caminaba hacia la casa de su suegra, como lo hace de costumbre, cuando dos delincuentes armados la sorprendieron para robarle el bolso con sus pertenencias, entre las que se encontraban las cuatro prótesis de su perro “Rupave”: rueditas para que pueda volver a moverse. Aunque les gritó lo que llevaba, no hubo caso. “Pararon dos en moto, uno se bajó, me tironeó el bolso y cuando vi que tenía una pistola se lo entregué con todo el dolor del alma.
Tenía esperanzas de que devolvieran las prótesis”, cuenta mientras recuerda los primeros momentos después del asalto. “Dimos vueltas por el barrio para ver si aparecían pero no hubo caso. Siempre hay robos acá, me agarraron desprevenida y justo con las prótesis en el bolso. Jamás me imaginé que me podía pasar algo así. Ojalá me la devuelvan”, agrega.

El caso de la vecina no es el único y son varios los que advierten que se trata de una zona caliente. “Hay bastantes robos pero la gente no se anima a denunciar. Especialmente Loma Hermosa y Pablo Podestá son localidades muy abandonadas. Son muy comunes los robos de autos”, señala Jessica, una vecina de la zona.

Además, para muchos comerciantes que se ganan la vida con sus negocios sobre Eva Perón, los asaltos son moneda corriente: “Entraron a robar seis veces, siempre armados, hasta que me cansé y puse una reja”, cuenta el encargado de una distribuidora de crema para helados ubicada en la avenida y Florida. “Hace dos años entraron a la farmacia donde trabajaba y me dieron un culatazo en la frente”, agrega un vecino que trabaja en el quiosco mientras señala su cicatriz. “Después de 18 años de sacrificio les tuve que entregar todo a los delincuentes. Fue muy difícil recuperarme de ese golpe”, dice.

Aunque algunos destacan que en el último tiempo hay más patrullaje y bajaron un poco los ataques, todos toman sus recaudos. Los negocios tienen rejas y llaves, y para entrar hay que tocar timbre o, directamente, atienden desde una ventanita. “Hay menos robos porque tomamos muchas medidas de seguridad y pasan más patrulleros”, cuenta la dueña de un quiosco sobre Madrid. “Nos cuidamos entre nosotros y estamos muy atentos. Tenemos una alarma vecinal que pagamos entre todos y si alguien ve una situación extraña toca el botón y salimos todos o llamamos a la policía”, agrega. En la Jefatura Distrital de Tres de Febrero, no respondieron ante la consulta de Clarín por las denuncias de los vecinos.