Nisman, la muerte y el grotesco

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Por Marcelo Romero (*)

El desenlace era previsible. Una causa penal, plagada de una sumatoria de groserías procesales y probatorias no tenía otro destino que éste: Abogados indignados. Recusaciones. Una fiscal denunciada. Una jueza que se declara incompetente y remite el expediente a la Justicia Federal. Un fiscal general que, poniendo blanco sobre negro, trajo una cuota de racionalidad a tanto disparate… Estupor y sorpresa. Escándalo? Tal vez.

Pero faltan aparecer muchos personajes en esta secuencia de sainete rioplatense: El ex secretario de seguridad Berni, por ejemplo, quien contaminó la escena del crímen en forma despiadada y recargó hasta la híper-saturación la radiobase de telefonía celular de la zona de Le Parc-Puerto Madero, hablando con su móvil durante horas.

El cuerpo de peritos de la Policía Federal Argentina, protagonistas excluyentes del documental titulado “Todo lo que no debe hacerse en una escena del crimen”, con toda su batería de torpezas y violaciones de los protocolos más elementales de la preservación de las evidencias probatorias. La testigo que denunció el pandemónium del departamento del fiscal muerto, con decenas de personas deambulando sobre las pruebas a recolectar y que fuera tildada de mentirosa o de loca.

Las “cartas” en las redes sociales de la ex presidente Fernández de Kirchner, sugiriendo calificaciones legales y responsabilidades penales a pocas horas de producida la muerte violenta de Nisman. Las soeces declaraciones del ex jefe de gabinete de ministros Aníbal Fernández, denostando a diestra y siniestra la vida privada del procurador fallecido. Etcétera.

Mientras tanto, casi catorce meses de impunidad.

Es de esperar que los nuevos vientos que soplan en nuestra querida Patria permitan al Poder Judicial cumplir con su cometido sin presiones ni amenazas. Que jueces y fiscales hagan su trabajo sin esperar al dia siguiente el pedido de un juicio político o el siniestro “carpetazo”.

Ojalá prime el sentido común, la decencia y la racionalidad. Ojalá llegue la Justicia. La memoria de un fiscal muerto por hacer su trabajo y su familia, lo merecen.

(*) Fiscal penal de La Plata.