Cayó la llorona, la dama de los secuestros virtuales

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La Policía de la Ciudad realizó tres allanamientos para desarmar una organización que se dedicaba a los secuestros virtuales y que operaba en la ciudad de Buenos Aires.

La banda estaba liderada por una mujer gitana, conocida como La Llorona, que no sólo dirigía las estrategias de las estafas que realizaban sino que también era la encargada de llorar y gritar haciéndose pasar por las supuestas víctimas secuestradas.

El primero de los operativos se realizó en la zona de Floresta, en un típico hogar de familias gitanas muy común en esa zona. Allí la policía pudo identificar y detener a esta mujer que manejaba los hilos de la organización Allí se secuestraron tres armas: una escopeta 12.70 y revólveres, uno calibre 32 y otro 357. También se incautó joyas, relojes y dinero.

El segundo allanamiento se realizó en una propiedad contigua a la casa donde se detuvo a la mujer. Allí funciona una agencia de compra-venta de autos de alta gama. Los investigadores sospechan que algunos de esos autos podrían haber sido usados en la logística de los secuestros virtuales que realizaban.

El último allanamiento fue en el barrio de La Paternal, en una casa que funcionaba como aguantadero y centro de operaciones para la organización. En ese lugar se secuestró una computadora fundamental en la investigación, ya que se sospecha que con esa máquina buscaban la información de sus víctimas. Información que necesitan para hacer creíble el secuestro virtual.

Los secuestros virtuales que se le adjudican a esta banda fueron realizados en la zona de Saavedra y Nuñez. Del análisis del tráfico radial y telefónico que hicieron los investigadores sobre las comunicaciones que hubo con las víctimas durante los secuestros virtuales, se pudo determinar que los llamados se hacían desde el domicilio que se allanó en el barrio de La Paternal y donde se secuestró la computadora.

El modus operandi que tiene este tipo de organizaciones es elegir teléfonos todos en la misma calle e ir llamando de a uno hasta que alguno caiga en la trampa. Uno de los delincuentes llama haciéndose pasar por un secuestrador que tiene cautivo a un familiar de la casa, y detrás de él una mujer, la llorona, se hacía pasar por la víctima con pedidos de socorro falsos

Siempre presionan para que no se cuelgue el teléfono, y mientras tanto otro integrante de la banda avisa a otro grupo que se encuentra en el barrio de la víctima. Estos finalmente cobraran el rescate de un secuestrado que nunca existió.

Los allanamientos estuvieron a cargo de la División Delitos y Crimen Organizado. Intervienen en la causa el fiscal José María Campagnoli y el juez Guillermo Carvajal.