Parricidio: uno de los imputados compró un hacha y un machete

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El hijo de una de las víctimas del doble parricidio ocurrido en la localidad de Manuel Alberti, en Pilar, compró un hacha, un machete y una máscara. Esos elementos fueron hallados en la casa donde fueron asesinados Ricardo Klein y Miryam Kowalzuck y los investigadores creen que habrían sido utilizados por los acusados para descuartizar los cadáveres.

Según informaron fuentes de la investigación al diario La Nación, en las últimas horas un ferretero que tiene su local cerca de la denominada “casa del terror” declaró que un joven le compró un hacha, un machete y una máscara en su negocio en los primeros días de este mes. Ese comprador sería Leandro Acosta, hijo de Kowalzuck y acusado de ser quien les disparó a su madre y al marido, padre de su pareja Karen, también detenida en el caso.

A partir de la declaración de este testigo, los investigadores policiales y judiciales abonaron la sospecha de que Acosta, después de matar a su madre y a su padrastro, decidió deshacerse de los cuerpos y ocultar el doble homicidio.

La imputación sobre Acosta por la posible responsabilidad en la autoría de los asesinatos había sido expuesta por la propia Karen Klein al declarar como imputada.

La chica, de 22 años, acusó a Acosta de matar a su padre y a su madrastra el 2 de septiembre pasado en la casa en la que vivían, en Sarratea 2726. Según la declaración de la muchacha, Acosta habría asesinado a su padre entre las 8 y las 9, mientras dormía. En tanto que cuando su madre llegó del colegio al que había llevado a sus hijos mellizos, de 11 años, le habría disparado dos tiros.

Para los responsables de la investigación, la declaración del ferretero indicaría la existencia de un plan supuestamente pergeñado por Acosta para lograr la impunidad del hecho a partir de hacer desaparecer cualquier rastro de los cuerpos.

A la tarea de mutilar los dos cadáveres con el hacha y el machete le habría seguido la fogata que, según los vecinos, se vio en la “casa del terror” durante los once días en que la pareja Klein-Kowalzuck estuvo desaparecida.

Los vecinos les dijeron a los investigadores que habían advertido una fogata con llamas importantes y un olor penetrante.

Dichos testimonios se encadenan con la declaración de un hombre al que el sospechoso Acosta le pidió que le llevara 16 bolsas con residuos y escombros que había sacado de la casa de Sarratea 2726, en la que se hacían trabajos de albañilería.

Cuando los detectives revisaron el predio donde el vecino arrojó las bolsas, situado en la esquina de Batalla de San Nicolás y Padre Roqueta, descubrieron basura quemada y huesos carbonizados. Esos restos fueron remitidos a la Dirección de Policía Científica de San Isidro para que se determine si los huesos eran humanos y si era posible obtener una huella de ADN para compararla con el perfil genético de algunos de los mellizos y así establecer si corresponden a Ricardo Klein.

La necesidad de realizar los estudios genéticos se debe a que, hasta el momento, sólo se encontraron partes de un cuerpo femenino que correspondería a Miryam Kowalzuck. Durante el allanamiento realizado el domingo pasado a la madrugada no hubo señales del cuerpo de Klein. Por tal motivo, los investigadores sostienen como probable que el cadáver del padre fue descuartizado y quemado en la fogata que mencionaron los vecinos, mientras que los acusado se aprestaban a hacer lo mismo con la mujer.