Pablo Reyes, el vigilador privado acusado de haber asesinado al “arbolito” Nicolás Silva y de haber ocultado su cadáver durante 40 días en un placard de su departamento del barrio porteño de Monserrat, fue procesado con prisión preventiva por “homicidio agravado” y alojado para su evaluación en el pabellón neuropsiquiátrico del penal de Ezeiza, informaron hoy fuentes judiciales.

La decisión fue adoptada por el juez Marcelo Conlazo Zavalía, titular del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción 29 porteño.

Para el magistrado, Reyes (35) fue autor de un “homicidio agravado criminis causa (matar para ocultar otro delito), en concurso con robo agravado por el uso de arma”, delito que prevé una pena de prisión perpetua.

La hipótesis del juez y el fiscal de Núñez-Saavedra, José María Campagnoli, quienes tuvieron desde el inicio la causa por la desaparición de Silva (41), es que el vigilador de una empresa de seguridad asignado a la custodia de la redacción de la agencia Télam, asesinó al “arbolito” en su casa para quedarse con el dinero en efectivo que el empleado de la financiera había llevado para comprarle dólares.

El juez también dispuso en su auto de procesamiento que a raíz del intento de suicidio que tuvo el imputado y debido al cual lograron ubicarlo y detenerlo en un hotel del barrio porteño de Balvanera, Reyes sea tratado por los especialistas del Programa Interministerial de Salud Mental Argentino (Prisma) en el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza.

Silva había desaparecido el 4 de octubre último con 70.000 pesos en efectivo cuando había ido justamente al domicilio de Reyes, en la calle Venezuela 1218, a hacer una operación de cambio de divisas.

Si bien la Policía estuvo dos veces en ese domicilio y la actividad de su celular se perdía ese día en esa cuadra, nunca se hizo ningún allanamiento porque no había motivos para sospechar que allí le hubiera sucedido nada.

Su actividad como empleado de una financiera del microcentro y sus vínculos con algunos barrabravas y cuidacoches hicieron que los investigadores barajaran otras líneas investigativas que incluían la posibilidad de que Silva hubiera desaparecido por su propia voluntad con el dinero.

Todo cambió el 13 de noviembre cuando la esposa de Reyes, Brenda Blanco Rondón (39), llamó a la Policía porque encontró un cadáver embolsado en el placard del lavadero del departamento que la pareja alquilaba el 4to. piso “A” de Venezuela 1218, que luego fue identificado como perteneciente a Silva.

Rondón, quien pasó detenida por el caso 24 horas al igual que su suegro, Antonio Reyes (62), hasta que ambos fueron liberados por falta de mérito, declaró que halló el cadáver mientras limpiaba el departamento y detectó un olor nauseabundo que venía del lavadero y pensó podría ser del orín o la materia fecal del perro labrador que tenían de mascota.

La mujer, oriunda de Perú pero con nacionalidad argentina, explicó que tuvo que forzar con un martillo una puerta de ese placard porque estaba “clavada” y que al lograr abrirla vio la bolsa que contenía el cadáver “llena de gusanitos”.

La mujer que trabaja en el Ministerio de Economía de la Nación y como secretaria en un consultorio, contó que ese mismo día por la mañana había echado de su casa a Reyes porque estaba convencida de que éste le había sacado 10.000 pesos que guardaba en un bolso bajo llave dentro de otro placard y que “no era la primera vez que faltaba dinero”.

Reyes estuvo tres días prófugo hasta que el 16 de noviembre fue detenido luego de que intentara suicidarse con cortes en una de sus muñecas en la habitación 17 del segundo piso del hotel “Galicia”, ubicado en Hipólito Yrigoyen 3072, en el barrio porteño de Balvanera.

El empleado de la empresa de seguridad Gruspan, dejó dos cartas, una a la Policía en la que asumía la comisión del crimen de Silva y otra en la que se despedía de su familia.

El acusado estuvo internado varios días en el Hospital Ramos Mejía con custodia policial hasta que fue dado de alta y trasladado al penal de Ezeiza.