El represor Jorge Raúl Vildoza, uno de los jefes de grupos de tarea de la ESMA durante la última dictadura, falleció en Sudáfrica, donde se ocultaba bajo falsa identidad, prófugo de la Justicia argentina.
Vildosa, alias “Gastón” o “Roberto Sedano”, era uno de los más de 40 prófugos en causas por delitos de lesa humanidad por los que este año ofrecía recompensa -en su caso, 500 mil pesos- el Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenada por la Justicia dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación.
Informaciones periodísticas señalaron que el Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina notificó hoy al juez federal Sergio Torres la supuesta muerte de Vildoza, quien estaba imputado en la megacausa que investiga secuestros, torturas, homicidios y otros delitos de lesa humanidad cometidos por grupos de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura.
Ni la embajada Argentina en Sudáfrica ni fuentes de la Armada confirmaron oficialmente el fallecimiento de Vildoza, aunque en este último caso, de modo extraoficial, consideraron veraces las informaciones sobre su muerte.
Su esposa, Ana María Grimaldos, había declarado en 2012 que Vildoza había muerto el 27 de mayo de 2005 en Johannesburgo (Sudáfrica), al declarar como única imputada en un juicio por la apropiación de un hijo de desaparecidos en el que en 2015 fue condenada a seis años de prisión. La Justicia no le creyó.
En mayo último la Sala III de la Cámara de Casación confirmó la condena a Grimaldos por la apropiación de Javier Penino Viñas, un delito por el cual su marido y ex jefe del Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y de fuerzas de tareas represivas de la ESMA, no pudo ser juzgado por hallarse prófugo.
El matrimonio había huido del país en 1984, en la etapa inicial de la causa por apropiación impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo y Javier, nacido en la ESMA en 1977, recuperó recién en 1998 su identidad como hijo de los detenidos-desaparecidos Cecilia Viñas y Hugo Penino.
Entre otros crímenes del terrorismo de Estado, Vildoza era también uno de los represores de la ESMA acusados de asesinar al periodista, escritor y militante montonero Rodolfo Walsh.
Según informaciones periodísticas, Interpol en Sudáfrica constató el fallecimiento de Vildoza por las huellas dactilares pese a que portaba documentos en los que figuraba como Sedano, identidad falsa que ya había utilizado en el pasado, en su huida primero a Paraguay y después a Sudáfrica.
En declaraciones periodísticas, Javier Penino Viñas dijo en su momento que el apropiador Vildoza le había contado que fue parte de la “lucha antisubversiva”, comprendida como la tortura a prisioneros y “los vuelos de la muerte”.
“Fue piloto en vuelos de la muerte. Él volaba. Y tenía alto rango. Siempre cuando le tocó hacer el vuelo estaba a cargo del avión. Parece que hubo una cierta influencia religiosa. La idea era que ser tirados del avión vivos aunque dormidos era una forma humana y cristiana de llevar a cabo la ejecución. A mí me pareció un horror. Creo que se dio cuenta de que era algo difícil de explicar”, relató Javier en una entrevista al diario Página/12.
Como otros represores de la ESMA, Villdoza llegó a Sudáfrica antes de la extinción del régimen del apartheid racista en ese país.
En septiembre de 2014, el entonces agregado militar argentino en Sudáfrica encontró Actas de Incineración de documentos de la Armada firmadas por dos emblemáticos represores de la ESMA y la dictadura: Rubén Chamorro y Alfredo Astiz, quienes fueron agregado naval y agregado naval adjunto en ese país, respectivamente, cuando en la Argentina la dictadura comenzaba a vislumbrar su final.
Adriana Marcus, sobreviviente de la ESMA, declaró que Jorge “El Tigre” Acosta les dijo cuando estaban en cautiverio que, en caso de retorno a la democracia, “no lo iban a encontrar porque iba a estar en Sudáfrica”, país al que efectivamente viajó en 1981.
Según versiones, algunos de los represores de la ESMA asesoraron en Sudáfrica al régimen del apartheid y sin duda recibieron protección de sectores del aparato represivo de ese país incluso después de la caída de la dictadura racista, en la transición pactada de los años ’90.