El vigilador prófugo por el crimen de Nicolás Silva tramitó un nuevo DNI diez días después del homicidio del “arbolito” que apareció asesinado dentro del placard de su casa en el barrio porteño de Monserrat, por lo que se sospecha que quizás lo necesitaba para irse del país, aunque no hay constancias de que eso haya sucedido, informaron hoy fuentes judiciales y policiales.

Los investigadores de la Fiscalía del Distrito de Saavedra-Núñez, a cargo del fiscal José María Campagnoli, fueron los que averiguaron que Pablo Reyes (35), el principal sospechoso que ya lleva tres días prófugo, había tramitado un nuevo documento el 14 de octubre pasado, es decir, diez días después de la fecha de la desaparición de Silva (29) y un mes antes de que se descubriera el cadáver.

“Creemos que tenía algún inconveniente con su DNI, que lo tenía extraviado o algo parecido, y tramitó el nuevo apurado porque quizás estaba planeando irse del país”, dijo a Télam uno de los investigadores de la causa.

Sin embargo, desde la fiscalía y el juzgado de instrucción que ahora tiene a cargo el expediente, el número 29 de Marcelo Conlazo Zavalía, ya se solicitaron informes migratorios y no hay constancias de que con ese nuevo DNI el empleado de seguridad de la empresa Gruspa, que estaba asignado a la vigilancia de la redacción de la agencia Télam durante el turno madrugada, haya salido del país.

Ayer, por orden del juez Conlazo Zavalía y el fiscal Campagnoli, una Unidad Criminalística con peritos de la Policía Metropolitana, volvió a realizar nuevos peritajes en la casa de Reyes, el departamento 4to. “A” de Venezuela 1218, en Monserrat, donde se halló el cadáver en un placard del lavadero, ya que se cree que esa fue también la escena del crimen.

Fuentes de la investigación revelaron a Télam que ayer los peritos de la Metropolitana levantaron en el departamento algunas muestras de aparentes machas de sangre y prendas de vestir que también presentaban restos de posible tejido hemático y que todo será analizado en el laboratorio.

Las mismas fuentes indicaron que también se hicieron en distintos ambientes pruebas de “luminol” -el reactivo que detecta manchas de sangre lavadas-, pero dieron resultado negativo.

Los restos de Silva fueron velados hasta esta mañana en una funeraria de Villa Urquiza donde su madre, Marcela Neira, dijo a la prensa que “esto fue un crimen macabro. No puedo entender que alguien lo haya tenido 45 días adentro de una bolsa y en un placard”.

Jésica Tomasi, la viuda de Silva, aseguró que siempre sospechó del prófugo Reyes y que cree que mató a su marido para robarle el dinero que llevó a su departamento para una potencial operación financiera.

Además, esta mañana en el velatorio de su marido, criticó la labor de la Justicia durante la búsqueda ya que dijo que ella mismo se había presentado en la fiscalía “para pedir que allanen la financiera y la casa de Reyes”.

El crimen de Silva fue descubierto el domingo pasado cuando la propia esposa del vigilador prófugo llamó al 911 para comunicar que en su casa de Venezuela 1218 había hallado un cadáver embolsado mientras limpiaba el lavadero, algo que advirtió por el mal olor que de allí provenía y que ella pensaba atribuyó, en un primer momento, a las heces de su perro.

Al arribar la policía, la mujer contó que ese mismo día se había peleado con su marido y que el vigilador se había ido de la casa.

Tanto la mujer, Brenda Blanco Rondón (39), como el padre del prófugo, Antonio Reyes (62), quedaron detenidos ante la sospecha de que estén involucrados con el crimen.

Los pesquisas no tardaron en determinar que el cuerpo tenía la misma ropa que llevaba puesta Silva el día que desapareció, el 4 de octubre, con 70.000 pesos.

También se estableció que el domicilio de Reyes había sido el último lugar donde Silva había ido a hacer una transacción para la financiera.

Los investigadores reconocieron que la policía -primero una brigada de la Policía de la Ciudad y luego otra de la Metropolitana-, estuvo dos veces en la casa del vigilador para tomarle declaración, pero que nada hizo sospechar en ese momento que allí había ocurrido un crimen y que en un placard guardaban el cadáver.

El cuerpo estaba empaquetado con bolsas de plástico transparente de uso industrial y tenía otras bolsas negras de consorcio en la cabeza, atadas en el cuello con la cadena de una correa para perros.

Los médicos forenses determinaron en la autopsia que Silva fue apuñalado por la espalda pero que esa lesión no le causó la muerte, sino que fue asfixiado.