Martínez Poch negó haber abusado y corrompido a sus hijas

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El disc jockey de La Plata Jorge Cristian Martí­nez Poch, quien está siendo sometido a juicio oral acusado de haber violado y golpeado a su novia mientras la mantení­a cautiva durante casi dos años en 2013, negó hoy haber abusado y corrompido a sus hijas cuando eran niñas y aseguró que éstas “están envenenadas” por su “suegra”.

“Mis hijas me acusan de otra cosa que yo no les puedo dar: que no tienen madre, porque no les pude dar una sobrevida mejor, porque mi núcleo familiar es muy distinto al de los Alemán (apellido de su fallecida esposa), me acusan de falta de afecto, pero no fue fácil, están envenenadas por mi suegra, porque me detestó desde el momento uno”, aseguró Martí­nez Poch (54).

Al declarar esta mañana ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de La Plata, la estrategia del DJ apuntó a negar las imputaciones que le hacen sus dos hijas, descalificando el entorno materno y atribuyéndole el origen de estas acusaciones.

“Ni remotamente abusé de mis hijas”, dijo Martí­nez Poch y precisó que “no hubo tocamientos” y no recuerda haber visto alguna vez a las chicas “desnudas”.

Además, dijo que ellas dormí­an en su propia habitación, rechazando así las acusaciones de que lo hacían en su cama y que hubieran presenciado actos sexuales de él con otras mujeres.

“Las chicas eran pegajosas y la madre las corrí­a con una escobita y les decí­a ´callate cachuchita`”, contó el imputado, tratando de despertar una sonrisa entre los integrantes del Tribunal.

En otro tramo de la declaración, negó también haberles exhibido pornografía y subrayó: “Mis hijas saben muchí­simo de pelí­culas, las únicas pelí­culas condicionadas que vieron fueron tres, que no sé si son condicionadas: Torrente 1, Torrente 2 y Torrente 3, de Santiago Segura, porque me parecí­a una sátira divertida”.

Previamente, el DJ contó cómo conoció a la madre de sus dos hijas y sostuvo que la familia de la mujer funcionaba como un “matriarcado”, lo que para él era contrario a la forma de crianza que querí­a para las niñas.

Tras detallar el cáncer que padeció su esposa y que finalmente ocasionó su muerte, explicó cómo debió criar solo a sus hijas, con ayuda de sus padres y aceptó que no fue “un padre omnipresente”.

“Ellas crecieron solas, carentes de madre; las crié solo, los domingo las llevaba a que almorzaran con sus abuelos maternos, pero yo no me quedaba porque con mis suegros no me llevaba bien”, apuntó.

Martí­nez Poch trató de excusarse y dijo: “Soy inmaduro, tengo cincuenta y cuatro años pero soy insoportablemente inmaduro”.

“Yo siempre fui así­, de jean, tatuajes, jopo, con mi trabajo, pero no por eso incurrí­ en delito alguno”, y consideró que en septiembre de 2013 fue “proscripto para la sociedad”, en alusión al momento en que la Policí­a rescató a Vanesa Rial (41), quien asegura que fue mantenida cautiva por él.

El imputado aseguró que la crianza de sus dos hijas, que tenían 5 y 7 años cuando murió su esposa, tiene falencias por su culpa y si bien negó que las mantuviera encerradas, reconoció que las “limitaba”.

“Si no encierro a unas chicas de siete y cinco años, a lo malo que soy como padre y lo poco que pude hacer, se sumarí­a el ser estúpido. Dos veces la saqué a una de mis hijas de debajo de un micro”, destacó y contó que ya en la adolescencia se le escapaban, “por un proceso tí­pico de la edad”.

En toda su exposición, el imputado destacó la memoria y las habilidades deportivas de una de sus hijas en desmedro de la otra, de quien dijo que “era introvertida”, al referirse a la chica que -según los psicólogos- más daño mental sufrió a raí­z de los abusos y vejámenes sufridos.

Martí­nez Poch cometió un llamativo furcio al decir “no se pierden cuatro cosas” en alusión a la muerte de su esposa y otros tres familiares suyos; y tras corregirse expresó: “No se sufren cuatro pérdidas sin que queden secuelas”.

Desde que comenzó el juicio, Rial y las hijas de Martí­nez Poch declararon y detallaron, en audiencias extensas, los tormentos y abusos a los que las sometió el hombre, que fue sacado de la sala para no intimidarlas.

Las hijas afirmaron que, al morir su madre, quedaron al cuidado de Martí­nez Poch, quien abusó de ellas con manoseos y tocamientos en sus partes í­ntimas, además de obligarlas a ver filmes pornográficos y a presenciar sus actos sexuales con otras mujeres.

En tanto, Rial contó lo vivido durante 45 dí­as de noviazgo con el imputado, quien -según dijo- la mantení­a drogada, la golpeaba, violaba y la obligaba a mantener relaciones sexuales con otros hombres.

Las hijas rechazaron someterse a pericias psicológicas

Las dos hijas de Martínez Poch se negaron hoy a someterse a una pericia psicológica por no estar en condiciones de “revivir” los padecimientos sufridos.

“Se oponen a la pericia psicológica para no ahondar ni revivenciar lo vivido”, expresó en un escrito presentado ante el tribunal que juzga al imputado la perito Dora Iturralde, que debía evaluarlas el viernes último.

Las dos hijas del disc jockey vivieron solas con él desde los 5 y 7 años, respectivamente, cuando murió su madre, hasta los 15 años de la mayor.