Barreda volvió a la casa donde aniquiló a toda su familia

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A casi 26 años de la masacre, el odontólogo Ricardo Barreda, de 82 años, volvió a la casa en la que mató a sus dos hijas, su mujer y su suegra en la ciudad de La Plata. Regresó a la vieja casona acompañado por un equipo de técnicos que están produciendo un documental sobre el cuádruple crimen, quienes recibieron autorización de la Suprema Corte de la Provincia.

Según trascendió, Barreda recorrió los pasillos y cada uno de los rincones de la vivienda para recordar cómo mató a su familia en 1992 en la casa de la calle 48, entre 11 y 12. Estuvo por varias horas junto con el director del documental, tres técnicos de filmación, un funcionario de la Secretaría de Seguridad de la Corte bonaerense y cuatro policías de la comisaría primera. Además, dos oficiales de la Policía Local hicieron guardia en la puerta.

La producción se maneja con absoluta reserva. Los vecinos del barrio, que no sabían nada, se alertaron al ver movimientos en la vivienda y llamaron al 911 por temor a una intrusión.

Desde que cometió el cuádruple crimen, la casona permaneció inhabitada. La vivienda presenta un fuerte deterioro y está en medio de una disputa judicial por la sucesión y un proceso de expropiación, impulsado por una iniciativa para establecerla como un centro dedicado a la prevención de violencia de género.

Por ese motivo, el equipo de técnicos tenía prohibido producir algún tipo de alteración dentro del inmueble en el que Barreda mató con una escopeta a su esposa, Gladys McDonald (57 años), a su suegra, Elena Arreche (86), y a sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24).

El odontólogo fue condenado a prisión perpetua y obtuvo la libertad condicional en diciembre de 2015, y al año el juez declaró “extinguida” su pena de reclusión perpetua y quedó en libertad. Vivió en la casa de un amigo, estuvo internado en un hospital de Pilar y fue de un lado a otro buscando un geriátrico donde dormir.

El 15 de noviembre de 1992 asesinó a a las mujeres con una escopeta porque, según él, lo humillaban. Luego se dedicó a guardar los cartuchos y el arma, escondió todo en el baúl de su auto. Armó prolijamente el escenario de un robo y se fue, como si nada hubiera pasado, a buscar a su amante. Con ella pasó las siguientes seis o siete horas y recién cerca de la medianoche, volvió y llamó al servicio de emergencias:

“Vengan, entraron ladrones y lastimaron a mi familia”. La Justicia lo condenó a prisión perpetua. Estando preso formó pareja con Berta André, pero en 2014, cuando vivía en la casa de ella con arresto domiciliario, regresó al penal por no estar garantizada la seguridad de la mujer.