“Un policía me dijo que tenía miedo y yo le respondí: si vos tenés miedo con un arma, ¿qué me queda a mí, que soy una pobre vieja?”, cuenta Lina Berazategui, vecina y comerciante del barrio de San Telmo, el casco histórico de la Ciudad. No es una excepción: en la zona son muchos los que denuncian que hay una ola de robos, los fines de semana principalmente.
Los sábados y domingos suelen ser días de descanso para el común de la gente. Pero los comerciantes de San Telmo aseguran que para ellos es el momento más tenso de la semana, por la cantidad de ladrones que se acercan a la zona. Y cuentan que los turistas extranjeros son los blancos preferidos.
Quienes viven en el barrio hablan de cuatro modalidades delictivas principales: motochorros, pungas, mecheras y robos piraña. El modus operandi de cada uno es distinto: los primeros persiguen a la víctima durante varios metros y al primer descuido suben a la vereda y les arrancan carteras o mochilas. Los pungas tienen la misma técnica, pero andan a pie. En cambio, las mecheras se meten de a varias en los locales, manotean lo que pueden y se lo van pasando unas a otras por si las descubren. En los robos piraña, grupos de menores acosan a las víctimas entre muchos y uno se encarga de robar.
“Los fines de semana se pone difícil. Cuando cierro el local encuentro documentos o pasaportes en el piso. Casi siempre son de pungas que robaron billeteras y descartan lo que no les sirve. Necesitamos un policía fijo que esté todo el día”, dice Hugo Rodríguez, dueño de “La casa del dulce de leche”, en Defensa 733. Tres negocios después, en la misma calle, Lina Berazategui agrega: “Hice denuncias en la Policía, la Fiscalía y en la Comuna 1 pero la situación no cambia. Entre los vecinos vemos los pungas y los corremos, ya los conocemos, pero tengo miedo de fotografiarlos porque además de tener comercio, yo vivo acá. A veces entretengo a los turistas en el local cuando veo ladrones, les advierto pero trato de no asustarlos, porque sino nos quedamos sin clientes. Los domingos a las cinco de la tarde tenés que cerrar el negocio, no queda otra”.
Los bares y restoranes de la zona también están alerta. En Chile y Defensa, Walter Suárez, el encargado de una pizzería, no deja ingresar a los vendedores ambulantes porque “se llevan todo lo que hay a su alcance”. A dos cuadras, en Chile al 300, Diego Galarza atiende “La Taberna de Gilgamesh”: “Tengo todo tipo de clientes, los que consumen y los que roban a los que consumen”.
Los comerciantes concuerdan en que los manteros traen aparejada delincuencia. Y esto sucede porque no sólo ocupan las veredas de Defensa 700 hasta el 1100 casi sin dejar lugar a los peatones, sino que según las denuncias algunos también venden droga. Esto, sumado al caudal de gente que hay, es un combo ideal para los ladrones. “La feria de San Telmo se ubica desde Defensa 50 hasta el 600. Todo lo demás es ilegal. Los manteros no son artesanos y su presencia nos perjudica porque estafan a los extranjeros. Ellos se vienen a quejar con nosotros y no podemos hacer nada. Yo vivo acá y últimamente se deterioró mucho la zona”, señala Víctor Rodríguez, presidente de la Comisión Representativa de la Feria San Telmo.
Cada tipo de ladrones ataca en días y horarios definidos. En la semana, las cuadras de Caseros, desde Piedras hasta Parque Lezama, están pobladas de grupos de menores que arrinconan a mujeres y ancianos para robarles tipo piraña. Algo parecido sucede en Juan de Garay y Paseo Colón, esquina que se volvió parada obligada de delincuentes que acechan a los que esperan el colectivo.
Otra de las zonas calientes de San Telmo está en Defensa, del 900 al 1100. Según los vecinos, es allí donde se registran más robos: “En lo que va del año grabé con mis cámaras siete asaltos de motochorros en la puerta del local. Ahora tengo la puerta cerrada, y en la semana abro según la pinta del que toque el timbre. Los fines de semana tengo que dejar abierto por la cantidad de gente, pero estamos con los ojos en todos lados”, cuenta Andrea, que prefiere no dar su apellido porque ya fue amenazada varias veces por delincuentes.
En Defensa 970 tiene su local Luis. Cuenta que cada lunes tiene que reponer mercadería, y no justamente por haber vendido mucho. “Esta cuadra es la más peligrosa, una vez encontré una cartera con cinco billeteras vacías detrás del mostrador. Eran casi todos documentos de turistas, porque así se manejan: roban y descartan. Cuando se meten los pibes no sé cómo pararlos, son rapidísimos para robar adornos”, explica.
El presidente de la Junta Comunal, Roberto Salcedo, apunta a Clarín: “Tenemos un montón de denuncias de robos. Por eso hacemos reuniones con los vecinos tres veces por semana. Cuando la situación es muy recurrente derivamos los reclamos a la comisaría 2° para que refuercen la presencia policial; nosotros hacemos todo lo que tenemos a nuestro alcance. Lo más frecuente es el arrebato, porque San Telmo es un barrio muy caliente en cuanto a delincuencia”.
Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad aseguran que durante todo este año han trabajado en forma conjunta con los vecinos y los comerciantes para darle a San Telmo más y mejor seguridad. “Toda la zona del Casco Histórico recibe nuestra especial atención debido a la gran afluencia de gente en general y de turistas. Trabajamos en forma conjunta con la Fiscalía de la Ciudad para desarticular las redes de venta ilegal que alimentan a los manteros y hemos coordinado conjuntamente con comerciantes el trabajo de las fuerzas de prevención en la zona. No obstante, seguiremos trabajando para que vecinos, trabajadores y turistas puedan estar tranquilos”, indicó el secretario de Seguridad, Marcelo D’Alessandro.