La increíble historia de un joven policía que revivió a una mujer

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El joven policía Alexis Mansilla, acudió al llamado desesperado de una familia por la descompensación de una mujer. Al llegar al lugar la encontró sin signos vitales y sin dudarlo, le realizó masaje cardíaco hasta lograr recuperarla. El resto lo hizo el personal del hospital, donde la mujer se recupera en la Unidad de Terapia Intensiva. Alexis Mansilla tiene una dura historia familiar signada por el dolor y las pérdidas. “Todo lo que a mí me había pasado, no me dejó fallar y me dio siempre el aliento de poder seguir”, dijo a La Calle.

Alexis Aníbal Mansilla nació en General Pinto y hace poco más de un mes, el 6 de mayo, cumplió 27 años. La vida lo ha golpeado duro en reiteradas oportunidades, pero hoy le toca estar del otro lado, del lado del héroe.

El viernes, le tocó vivir una situación extrema, cuando una vecina se descompensó y él tuvo que poner toda su historia, toda su vivencia y todo el dolor padecido, al servicio de una vida que se iba y que, con su coraje y formación, logró recuperar. 

Pero atrás de esta situación límite hay una historia dura, cargada de golpes, de sufrimiento y de ausencias.

En primera persona, Alexis le contó al sitio La Calle de General Pinto cómo llegó hasta este momento. “Soy policía, en abril cumplí seis años en la profesión, estudié en la escuela Vucetich durante dos años, soy Oficial Sub Ayudante, pero espero con ansias el ascenso, porque tengo el tiempo mínimo superado y este año tendría que llegar. Hace cinco meses estoy trabajando en la sub coordinadora rural Lincoln, que depende de la Coordinadora Rural de Pehuajó, de la Superintendencia Rural de Cañuelas. Anteriormente estuve en la Patrulla Rural de General Pinto, en la comisaría Comunal General Pinto y en la subcomisaría Coronel Granada”, relató.

“Mi familia estaba conformada por mi padre, mi madre, un hermano mayor, que hoy ya no tengo a ninguno de los tres, yo en el medio y una hermana menor. Los tres fallecieron por causas naturales, del corazón”, detalló.

Los momentos duros comenzaron a llegar y el protagonista de esta historia lo recordó con nostalgia. “Hace aproximadamente seis años perdí a mi hermano, Adrián Mansilla. Yo había quedado de guardia en la Escuela de Policía y llegó la mala noticia del deceso de mi hermano. Son golpes duros que la vida te presenta porque mi hermano tenía 32 años. A partir de ahí la vida empezó a marcar un camino, porque comencé a tener muchas desgracias en mi familia”, consideró.

“Me aferré mucho a mis padres y a mi hermana, y a los seis meses murió la única abuela que me quedaba. Yo seguía estudiando y a los dos meses, a mi mamá le agarra un infarto, pero por suerte se recupera. Pasó ese año caótico y en el 2013, recibo un llamado de mi madre avisándome que mi padre estaba descompuesto en un campo a 15 kilómetros de Arenaza, ‘San Antonio’. Me pidió que fuera rápido e intenté llegar lo más rápido posible. Había ido con un amigo, “Fito” Moreno, él me dio una gran mano, y mi mamá. Cuando llegué al campo encontré a mi padre sentado en una silla, esperándonos, y el centro asistencial más cercano quedaba a 15 kilómetros. Cuando lo subí al auto, intercambiamos algunas palabras y se cortó. En la desesperación del momento tuve que optar por seguir y no frenar. Decidí llegar al centro asistencial porque mi madre estaba con mucho nerviosismo y si paraba a hacer una reanimación, ella se podía descompensar también, y tuve que optar seguir. Por eso después me quedó una frase que fue “hacer o dejar de hacer”. Cuando llegué al hospital de Arenaza, donde me atendieron de muy buena manera, mi padre ya había fallecido”, recordó.

Agregó que “uno intenta seguir dándole lucha a tantas adversidades. Yo estaba trabajando en Coronel Granada y pedí que me acerquen a mi lugar de origen porque estaba mi madre sola. Así llegué a la Patrulla Rural de General Pinto. Un día de fin de semana, una noche salí con amigos, yo siempre tenía la costumbre de saludar a mi madre, de avisarle que llegaba. Mi hermana y mi nene estaban en Lincoln y ese día era el cumpleaños de mi hijo. Cuando la voy a despertar a ver si quería ir conmigo al cumpleaños, me encuentro con que estaba fría, sin vida. Ahí ya era tarde, no pude hacer nada. Sólo decirle cuánto la amaba y que la iba a recordar toda la vida”.

“El viernes, tuve un suceso muy similar a lo que viví con mi padre y a lo de mi madre. Porque lo de mi padre lo viví en carne propia pero no pude hacer nada, y lo de mi madre también lo viví, pero ya era tarde”, adelantó Alexis Mansilla.

“Estábamos disfrutando de un momento lindo con mis tíos, mirando el partido de Argentina, alguien golpeó la puerta, y era una chica que me pedía por favor si le podía brindar auxilio ya que la madre estaba descompuesta en la casa”, sostuvo.

“Lo primero que hice fue salir corriendo y encontré a la mujer sin signos, sin movimientos. Le tomé el pulso y no presentaba ningún tipo de signos vitales. La cargué en brazos, la bajé al piso y seguía sin reaccionar. Empecé a oprimir el pecho, calculo que fueron cinco minutos. Primero no reaccionaba, y después de un minuto y algo, se empezó a escuchar como que se quejaba, entonces me di cuenta que quería volver. Yo la alentaba, la arengaba para que volviera y es como que veía a mi madre, y a pesar del cansancio no me permitía parar. Hasta que llegó el personal médico, que realizó muy bien su labor, pusieron el tubo de oxígeno y la cargaron en la ambulancia para llevarla al hospital”, relató.

“Yo no quise escribir nada en las redes sociales por respeto, porque la vida de una persona está primero que todo. Dejé que fuera evolucionando y las hijas me iban informando que la mamá estaba en terapia, que no se sabía, que estaba muy mal. Todo lo que a mí me había pasado, no me dejó fallar y me dio siempre el aliento de poder seguir, de no tildarme, no nublarme y que todo saliera satisfactoriamente. La familia estaba en estado de nerviosismo, y también tenía que lograr que confíen en mí”, afirmó.

“El domingo me avisaron que la mamá había vuelto del coma, que había reaccionado y a la tarde, parece que había intercambiado algunas palabras con las hijas, que no recordaba lo que le había pasado, así que si está mejor y si se puede la voy a pasar a visitar. Es una señora que conozco, respetable del vecindario, es un barrio muy tranquilo, son gente mayor que hace muchos años que vive en el lugar y nunca han tenido problemas”, indicó.

Alexis Mansilla contó por qué la familia de la persona descompuesta recurrió a él. “Yo escuché el golpe en la puerta y era una chica, una vecina, y a la primera persona que se dirige fue a mí: ‘Alexis por favor, necesito que me ayudes, sabés primeros auxilios, mi mamá está descompuesta’. Ella después me comentó que llamó la ambulancia y no llegaba; al ver que estaba mi auto en la casa de al lado, se acordó que soy policía y que le podía dar algún tipo de ayuda. Intenté hacer lo que en mí podía, brindar los primeros auxilios, y por suerte salió bien”, contó.

Además, indicó: “Soy profesor de artes marciales, hace 16 años que practico, y en el profesorado me fueron enseñando desde chico, me fueron orientando, me dieron materias, porque la disciplina no es solamente tirar patadas, golpear y defenderse. Hay una filosofía en el arte, hay una enseñanza que nos brinda, mi maestro es Walter Vergini (9° Dan) de Kempo, de la ciudad de Junín, y es como una segunda familia para mí. A través de policía, que fueron dos años de estudio, y los cursos de capacitación que hacemos todos los años, y el instructor paramédico José María Moyo siempre nos da clases de primeros auxilios. Entonces yo prestaba mucha atención a todo eso, porque con lo que me había pasado, siempre pensaba que el día de mañana me podía volver a pasar y tengo que hacer algo. Sin ir más lejos, ahora me tocó”.

“Tengo mi hermana, Narela, que está estudiando el profesorado de Educación Física y es también guardavidas. Con ella, que también es profesora de artes marciales, siempre intercambiamos ideas sobre estos temas, ella me ha comentado cuando le toca trabajar en la pileta, las cosas que ha hecho, o cómo afrontar diferentes situaciones”, explicó.

Después de haber pasado tantos momentos malos, Alexis Mansilla cuenta que nunca bajó los brazos y que tiene en quién apoyarse. “Mis dos pilares eran mi madre y mi hermana, además de mi hijo. Hoy por hoy me queda mi hermana, mi hijo, y un sobrino, hijo de mi hermano fallecido, son los únicos pilares que me quedan”, resaltó.

“Por eso, ante las adversidades y tantos tropiezos, uno siempre intenta seguir adelante, poner su granito de arena, intenta brindar su apoyo a la sociedad, y a veces, es más fácil pegarle a un tercero, pero nunca nos fijamos en lo que se hace bien, o las cosas buenas que hace esa persona. Entonces todos tendríamos que hacer una corrección de uno mismo”, concluyó.

Hoy Alexis Mansilla se convirtió en un verdadero héroe para una familia, para un barrio, o para una ciudad, es cierto. Pero el verdadero héroe ya estaba dentro de su corazón. Faltaba un hecho que lo confirme, y acá está.