El misterio del cadáver a metros del Congreso: investigan una venganza narco

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El 29 de diciembre pasado, un cartonero encontró un cuerpo descuartizado dentro de un contenedor de basura. Fue en el barrio porteño de Balvanera, sobre la calle Sarandí al 200, a tres cuadras del Congreso Nacional y a cuatro del Departamento Central de la Policía Federal. Casi de inmediato los médicos forenses determinaron que se trataba de un hombre de entre 40 y 50 años y que había sido asesinado de varias puñaladas. Hoy, 70 días después de ese descubrimiento, poco es lo que se sabe más allá de las hipótesis de que se trató de una venganza, tal vez narco, y que el muerto sería extranjero.

El o los asesinos cortaron del tronco, la cabeza y las piernas de la víctima cuando ya estaba muerta, pero le dejaron sus brazos y manos, según publica el diario Clarín. El hecho de contar con huellas dactilares para cotejar en las bases de datos primero esperanzó a los investigadores de la División Homicidios y al fiscal de Instrucción Marcelo Roma. Pero en la búsqueda sólo hubo frustración. “Hoy por hoy estamos estancados”, admitieron a Clarín fuentes judiciales.

Segun confirmaron fuentes del caso, las huellas de la víctima fueron comparadas con los registros del Sistema de Identificación Automatizado de Huellas Dactilares (AFIS, según sus siglas en inglés) que reúne las impresiones digitales de personas con antecedentes penales, y el Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad (Sibios), que contiene los datos de 40 millones de ciudadanos volcados en el Registro Nacional de las Personas.

Ni en uno ni en otro se encontraron pistas para determinar la identidad del hombre descuartizado, cuyo cuerpo aún permanece en la Morgue Judicial porque nadie se presentó a reclamarlo y, además, sus características no coinciden con ningún pedido de paradero.

Ante esto, el fiscal Roma envió una copia de las huellas a Interpol para ampliar la búsqueda en bases de datos internacionales y principalmente de la región. La víctima tiene piel trigueña, pero ningún tatuaje o marca especial que ayude a su identificación. Curiosamente, aunque el torso y los brazos fueron encontrados unas 12 horas después del crimen (según determinaron los forenses) no aparecieron ni la cabeza ni las piernas, ni en Capital Federal ni en el resto del país.

El hallazgo se concretó el 29 de diciembre, cerca de las 8.30. Un cartonero conocido en la zona abrió uno de los dos contenedores de basura ubicados a metros de un supermercado de la cadena “Día %” y notó que adentro había un cuerpo. Aterrado, lo único que atinó a hacer el hombre fue avisarle al encargado de un edificio de la cuadra, que de inmediato les pidió a otros vecinos que llamaran a la Policía.

El análisis de la escena del crimen y del cuerpo aportó una composición de lugar limitada. Lo primero que determinó la Policía fue que el cadáver fue tirado al contenedor después de las 23 del 28 de diciembre, ya que hasta esa hora pasan los camiones recolectores. Si lo hubieran tirado antes, habría terminado en el camión con el resto de la basura.

Los médicos que revisaron el cadáver informaron que tanto la cabeza como las piernas habían sido cortadas por alguien que sabía lo que hacía. Los cortes eran limpios  y habían sido hechos con cuchillos muy afilados.

Un detalle para nada menor es que el torso había sido envuelto en una tela particular: tiene una marca grabada y es usada para el empaque mayorista de verdura.

“Este dato, más las características del cuerpo, nos hicieron trabajar en la pista de algún tipo de venganza o mafia relacionada con puestos de verduras, principalmente manejados por ciudadanos de nacionalidad boliviana”, confiaron las fuentes consultadas. Pero, al mismo tiempo, se investiga la posible venganza narco.

El fiscal Roma tiene esperanzas de que una búsqueda más profunda a través de Interpol pueda revelar la identidad del hombre descuartizado. Sin este dato fundamental, la investigación av