Tenía una casa de comida china frente a Nordelta y terminó detenido por narco

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Lara Guerra.

Llegó desde Colombia a principios de esta década y trajo consigo su apodo, “Mini”, por el tamaño “short” de su moto favorita, la Honda Z50R. En su país, incluso, había corrido en una categoría menor, con dudoso éxito. De carácter entrador, se metió en un grupo de fanáticos de estos vehículos de dos ruedas, adonde llevó su potente Ducati Monster. Al tiempo, se instaló en Nordelta, de Tigre, junto a su novia venezolana. Enfrente de ese country puso una casa de comida china, “Dragón Dorado”, que terminaría vendiendo a la familia de uno de los chicos que hacía el delivery. Su ocupación actual, hasta hace unos días, era desconocida para sus allegados, hasta que estalló el escándalo del “narcoarroz”, donde terminó detenido.

Esta es la historia de Mario Lara Guerra, colombiano, de 31 años. Podría ser una historia más de los extranjeros que llegan a la Argentina a probar suerte. Pero no fue su caso, ya que su nombre quedó salpicado. Según publica el diario Clarín, la Justicia lo acusa de formar parte de la banda liderada por los hermanos Erman y Willians Triana Peña, herederos de uno de los carteles más poderosos de Colombia (del Norte del Valle), y también integrada cuatro argentinos, entre ellos el abogado Guillermo Heisinger y el oncólogo rosarino Gabriel Zilli (ver La banda…). Cayeron por intentar mandar a Africa cocaína en arroz.

“Estoy tranquilo. No hice nada raro, nada malo, lo único que me preocupa es mi novia”, le confesó ayer “Mini” a un amigo desde el penal de Ezeiza, en una comunicación telefónica. El hombre, que prefirió no dar a conocer su identidad, dijo estar “sorprendido” por lo que pasó, ya que el detenido “es un pibe súper abierto, sociable y que no tiene maldad”.

Su testimonio no coincide con el de otra persona que lo conoció a raíz de su pasión por las motos. “Era un mentiroso. Sospechábamos de él porque no laburaba.Decía que vendía dólares, aunque es cierto que nunca ostentó ni dio muestras de tener plata”, señaló. En uno de los grupos de WhatsApp en los que estaba algunos le reprochaban que “mandaba videos o fotos porno a cualquier hora”.

En su Ducati Monster, Lara Guerra llegó a girar en el autódromo “Juan Manuel Fangio”, de la ciudad de Balcarce, el año pasado. Y en el actual, su pasión lo llevó hasta la carrera de MotoGP de Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, adonde gozó el triunfo del italiano Valentino Rossi desde un sitio privilegiado. Allí visitó el box de su compatriota Yonny Hernández: se movió como en su casa, ya que conoce mucho de mecánica.

En la “Mini” flota de vehículos figura un Volkswagen Passat y al menos dos motos más, entre ellas su pequeña Honda Z50R, que tuneó como el General Lee, con el número 01, como el célebre auto naranja de la serie de “Los Dukes de Hazzard”.

El colombiano atendía su propio local de comida china frente a Nordelta, sobre la calle Agustín García (ex ruta 27) al 8000. El chop suey y el chow fan salían seguido desde su delivery para los vecinos del country. En el local lo visitaban sus compatriotas, entre ellas la niñera que empleaba una afamada pareja de deportistas de ese barrio privado, él futbolista y ella ex tenista. Su cocinero también era de Colombia y algunos clientes que compraban allí dicen hoy que la calidad del menú era “regular”.

Un día dijo basta y vendió el negocio. Uno de sus amigos afirmó que “nunca” supo a qué se dedicaba, pero que con él se portaba “espectacular” y no aparentaba ser ningún “bandido” ni estar detrás de algún delito.

“Jamás me llamó la atención nada. Lo veía muy poco, pero fui una vez a su casa y otra al boliche Colombia Club. Hablábamos de todo, pero sobre todo de las carreras de motos. Yo lo considero un amigo y le dije, cuando me llamó de prisión: ‘Voy a estar con vos en las buenas y en las malas’. Si él se dejó llevar por algo, lo tiene que aclarar la Justicia”, cerró.