Jeremías pasó más de tres años en la cárcel, pero no cometió ningún delito. Nació en el penal de Los Hornos porque su mamá estaba detenida. Como no hablaba y tenía problemas de conducta fue incorporado al programa de equinoterapia en cárceles, que se ocupa de asistir a internos con problemas psiquiátricos. En poco tiempo mostró avances significativos.
Este caso sirvió para expandir la actividad. En un futuro cercano incluirá a internos de otros establecimientos carcelarios y también a familiares del personal penitenciario, según publica el sitio Perfil.com.
Jeremías no está más encerrado porque su mamá recuperó la libertad. Pero otros dos niños seguirán sus pasos: un nene de 3 años y una nena de la misma edad, hijos de internas que están alojadas en la Unidad 33 de Los Hornos.
Se trata de una chica con un retraso madurativo y dificultades musculares en las piernas y de un nene con serios problemas de comportamiento, los que asistirán una vez por semana a la Unidad Penitenciaria Nº 10 de Melchor Romero, para interactuar con los caballos y los profesionales del área.
“Se trabaja el vínculo con el caballo hasta llegar a lo que se denomina la monta terapéutica. La clave sanadora radica en la construcción de ese binomio. También se refuerzan distintos tipos de hábitos y los límites”, explica Norma Curima, a cargo del programa “Libres para Montar”, que comenzó en el año 2016 con internos con patologías psiquiátricas de la U-10.
Los objetivos pasan por “procurar una utilización constructiva del ocio, canalizar dificultades personales y reducir la necesidad de medicación”. Además, favorece la reinserción social y fomenta la sociabilización.
“Ayuda en el camino de la reinserción y la sanación de los internos, atravesado por la solidaridad”, dice a PERFIL el ministro de justicia bonaerense Gustavo Ferrari.
José Luis, un interno de 31 años, que se encuentra alojado en la Unidad 10, es voluntario del programa y cuenta que está “de lunes a viernes de 8 a 16 continuamente trabajando con los animales, manteniendo el lugar, acompañando y tratando de ayudar a los demás en cómo montar, cómo limpiar, conocer al animal”.
A José Luis le quedan dos años para salir en libertad, y destaca que se interesó en formar parte del programa “porque sirve para uno mismo”. “Lo que más me modifica es tener una responsabilidad para el día de mañana, levantarme temprano, venir a trabajar, ayudar, me ayuda a cambiar mi forma de ser que capaz que en otra época mía no lo haría. Estando acá me ayuda a poder adaptarme para el día de mañana tener un trabajo y ser responsable”, asegura.
La inédita experiencia llamó la atención de estudiantes de la Universidad DePaul de Chicago, Estados Unidos, quienes recientemente visitaron las Unidades 10 y 25, para interiorizarse sobre el programa y llevarse ideas para aplicar.
Taylor Rick, estudiante de Psicología, se mostró muy conmovida con la experiencia y contó: “En Estados Unidos hay proyectos de equinoterapia, pero no son estudiados en profundidad. Entonces, académicamente hablando, no hay modelos, que es lo que quisiéramos. La mayor parte de la población en la que se utiliza este tipo de terapia es en veteranos de guerra o gente con estrés postraumático, que lo hace para mejorar su vida diaria. Sin embargo, yo estoy convencida de que esta técnica puede ayudar a otro tipo de población, tal como se hace acá”.