Mataderos: cayó una banda que usaba una escuela para vender cocaína

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Desde hace algunos meses un grupo de jóvenes empezó a frecuentar la puerta del “Von Behring” para consumir diferentes drogas en el lugar, y con esta pista concreta la policía empezó a entender las “conductas extrañas” que venían denunciando los vecinos.

Cuando los alumnos y sus docentes dejaban las aulas vacías, el lugar se convertía un bunker narco, manejado por el hijo de los serenos de la escuela, que vivía en el edificio junto a sus padres.

Junto a “Quemero” y “Palito”, dos amigos y vecinos de la cuadra, el joven comenzó el negocio del narcomenudeo de cocaína y marihuana en el barrio, utilizando al colegio como base de operaciones de la banda.

Los jóvenes no eran alumnos del lugar pero tenían bien estudiados los horarios de entrada, salida y cambios de turno en los diferentes niveles escolares.

Las transacciones con sus clientes las realizaban en contra turno al horario de clases, pero no por cuestiones morales, sino para pasar inadvertidos frente a las autoridades escolares.
Sin embargo el funcionamiento del colegio no les impedía continuar con el negocio. Durante el horario de clases las entregas se realizaban en la casa de los hermanos de “Quemero” y “Palito”, ubicada en Andalgalá al 2600, frente al jardín de infantes de la misma institución educativa.

El negocio de la droga convivía entre micros escolares, padres, docentes y alumnos de jardín y primario.

Poco antes de los allanamientos, algo se rompió en la banda. El hijo de los serenos abandonó el barrio a causa de una pelea con sus padres y dejó el negocio en manos de sus laderos. Los hermanos “Quemero” y “Palito” continuaron recibiendo a sus clientes en su domicilio como único punto de venta.

A partir de ese momento la esquina de Andalgalá y San Pedro, donde los jóvenes vivían junto a su mamá y su abuela, se transformó en en el lugar donde se juntaban los adictos del barrio, pero quedaron mas expuestos ante los ojos de sus vecinos y de la comunidad educativa de la Escuela N° 11.

La rutina de los alumnos y las maestras se vio interrumpida por el despliegue policial que llegó a la zona para detener a los hermanos “dealers”, que vivían a metros de la escuela.

Durante el allanamiento tanto la mamá como la abuela de los jóvenes le juraban a los efectivos que se trataba de un error y que los chicos eran gente de bien. En la habitación de los hermanos la policía encontró 31 cubos de marihuana fraccionada listos para comercializar y 19 bolsitas de cocaína.

La venta de drogas en el interior o en las inmediaciones de a un establecimiento educativo es considerado un agravante según el artículo 11 de la ley 23.737, y puede castigarse con el aumento de hasta un tercio de la pena máxima.

La investigación estuvo a cargo de la Dirección de Lucha contra el Tráfico y la Venta ilegal de Drogas de la Policía de la Ciudad.

Intervino el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 2 a cargo del Dr. Sebastián Ramos.