Quedó libre el cartero condenado por no repartir la correspondencia

1086

La peor de las pesadillas llegó a su fin: el cartero que había sido condenado a prisión por no repartir 19 mil cartas recuperó su libertad. Estuvo seis meses y una semana encerrado en una cárcel de Rawson, en un pabellón con narcos, homicidas y secuestradores.

Fueron 197 los días que Manuel Marcelino Gutiérrez (48) pasó en la Unidad Penitenciaria Federal Nº 6, un penal de máxima seguridad donde actualmente se encuentran detenidos el ex jefe de la barra brava de River Plate, Alan Schlenker, y uno de los principales miembros de la narcobanda Los Monos, Emanuel Chamorro, entre otros.

Gutiérrez fue beneficiado con libertad asistida. Lo único que tiene que hacer ahora para no regresar a prisión es presentarse, una vez por mes, en un juzgado y, obviamente, no cometer ningún tipo de delito. Si se ajusta a derecho, a mediados de enero próximo cumplirá la totalidad de la condena.

En el año 2015 el cartero fue condenado por “violar y ocultar correspondencia privada”. Según dijo no repartió 19.302 cartas por falta de tiempo. “No daba abasto. Eran muchas las que recibía por día”, explicó en su momento.

Terminó en la cárcel porque, supuestamente, no cumplió con los requerimientos del Juzgado de Ejecución como, por ejemplo, presentarse en la sede judicial. En el fallo se señala que el acusado “no ha cumplido con la presentación requerida, ni tampoco informado un cambio de domicilio, ni pagado las costas, ni asumido ninguna otra de las obligaciones impuestas en la sentencia”. Gutiérrez siempre lo negó.

Pesadilla. Las primeras noches fueron de insomnio, frío y supervivencia. El cartero no tardó mucho en darse cuenta de que en la cárcel la muerte volaba bajito: pocos días habían pasado cuando se enteró de que tres compañeros habían muerto de manera extraña y violenta. “Esto es una jungla”, resumió en la entrevista que, a mediados de abril, le dio al diario Perfil.

Gutiérrez, de 48 años, pasó la primera etapa de su detención en el pabellón de los narcos: el N° 8. Llegó el 15 de enero pasado para cumplir su condena por orden del juez Guanziroli.

Al cumplir los cuatro meses de detención fue enviado a una celda sin vidrios, pero pocas semanas después, y por pedido de su abogado defensor, lo trasladaron a otro módulo, con mejores condiciones de alojamiento. Seis meses y una semana después de haber ingresado a esa “jungla”, volvió a ver el sol. Los guardiacárceles con los que entabló una buena relación lo despidieron como a un viejo amigo.