Una banda de estafadores ancianos robó identidades y sacó millones en créditos

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El tiempo no se lleva los prontuarios de los viejos lobos. Pablo Alberto Goldenberg, con 71 años, es el más longevo de todos en esta trama. Sus antecedentes comienzan en 1977, plena dictadura militar, cuando tenía 31 años y era un supuesto viajante de comercio. Su primera caída fue en mayo de aquel año de acuerdo al Registro Nacional de Reincidencia, un expediente en el Juzgado de Instrucción Nº26. La Justicia de Entre Ríos solicitó su captura un año después en mayo de 1978; un magistrado de Mendoza también pidió que lo metan preso ese mismo mes. En todos estos casos el delito fue uno solo: estafa. Una jueza luego lo declaró prófugo por un caso de quiebra fraudulenta en noviembre de ese mismo año, publica Infobae.

Goldenberg volvería a los tribunales con el correr de las décadas: tiene causas en su contra con fechas de 1981, 1982, hasta 2016 inclusive, con caratulas como defraudación, con un procesamiento dictado en 2012 por el juez federal Luis Rodríguez y otra quiebra fraudulenta.

Mauricio Dah, de 68 años, nacido en Uruguay y ciudadano argentino, tiene en su contra una vieja causa por hurto del año 1986 según los archivos de la Cámara Criminal y Correccional, que tramitó en lo que hoy es el Juzgado de Instrucción número 5. Información del Registro Nacional de Reincidencia va mucho más atrás.

Consta en su legajo, por ejemplo, un viejo auto de rebeldía firmado por el Juzgado en lo Penal Económico Nº 4 en diciembre de 1973, declarándolo prófugo. El delito: operar con cheques negros. En 1992, de acuerdo al Registro de Reincidencia, una jueza porteña le impuso a Dah la prisión preventiva por otro caso de estafa. Tuvo otro expediente casi 15 años después, una supuesta quiebra fraudulenta que fue denunciada en 2004 por el Juzgado Comercial 7.

Nelson Pascual Ricci, supuesto empresario a cargo de una constructora, de 56 años, vecino de Vicente López, tuvo un cambio de siglo caliente. Sus antecedentes penales comienzan en el 2000: tuvo cuatro causas por estafa y falsificación de documento público ese año que tramitaron en la Justicia penal porteña. Una de ellas fue elevada al Tribunal Oral Criminal Nº 29. Otras dos que concursaron entre sí llegaron al Tribunal Nº 24, que le dio al supuesto empresario dos años de probation con tareas comunitarias en Cáritas.

Ricci luego tuvo otras siete causas en su contra entre 2002 y 2015 entre Capital Federal y San Martín, todas por estafa, con un procesamiento sin prisión preventiva dictado en 2012 por el Juzgado Nº 14.

Hoy estos tres reincidentes seriales al borde de la edad jubilatoria están presos otra vez. Los une lo que quizás sea el último golpe de sus vidas, una de las estafas a gran escala más elaboradas de la historia reciente. A mediados de este mes, luego de más de un año de investigación y escuchas telefónicas a cargo del secretario Martín Yadarola en la que intervino la división Delitos Complejos de la Policía de la Ciudad, el juez federal Sergio Torres los procesó junto a otros tres cómplices por un delito tan osado como eficiente: robar identidades para sacar millones de pesos en créditos, un esquema que habría durado, al menos, desde agosto de 2014 hasta comienzos de este año.

Para Torres, según confiaron fuentes de la investigación a Infobae, Nelson Ricci fue el cabecilla indiscutido, el cerebro de la operación. Goldenberg habría actuado como una suerte de jefe suplente, un lugarteniente. Mauricio Dah es sindicado como el ejecutor de las maniobras, el autor material que habría recibido órdenes y apoyo logístico directamente de Ricci.

La estafa comenzaba con un DNI de un tercero “extraviado, robado, falsificado o adulterado”, indica el procesamiento firmado por Torres, para su posterior “utilización ilegítima” con el fin de “adquirir productos y servicios, tarjetas de crédito, préstamos en efectivo, cuentas bancarias y chequeras”. La banda también “adulteraba boletas de servicios públicos y constancias de inscripción ante la AFIP”.

El rastro de papeles no termina aquí. La banda de Ricci, Goldenberg y Dah también está acusada de montar sociedades anónimas y empresas falsas –con nombres de fantasía, como Forestadora Tapalque SRL- “sin activos significativos, operaciones propias ni domicilios reales, cuyas autoridades serían testaferros” para poner en circulación cheques adulterados, giros en descubierto sin intención de cubrir el saldo y acceder a más créditos. El dinero se transformaba en electrodomésticos, televisores, aires acondicionados, incluso autos y motos de agua, sospecha Torres.

Los vínculos entre los tres son evidentes: Dah tiene como domicilio declarado un departamento en la avenida Rivadavia al 5000, el mismo que tiene como sede Construcciones Nivelar SRL, una empresa supuestamente capitaneada por Ricci, que, curiosamente, está inscripto en la AFIP en el rubro de quesos y lácteos. Nivelar SRL, por su parte, acumuló entre diciembre de 2015 y mediados de este mes más de tres millones de pesos en cheques sin fondo de acuerdo a datos del Banco Central. Goldenberg, por su parte, se habría encargado de elegir y evaluar crediticiamente a las posibles víctimas.

Hay más de 15 hechos que Torres le imputa a la banda. La gran mayoría tiene como principal damnificado a A.S., un comerciante que perdió su DNI tarjeta en 2011. Las deudas comenzaron a llegar a su puerta a mediados de 2014: llegó a acumular 48 cheques sin fondos por 734 milpesos y números rojos con organismos de microcrédito como Tarjeta Naranja y Credipaz por más de 100 mil pesos de acuerdo a registros comerciales.

A.S. había comenzado a enloquecer: no sabía de dónde venían todos estos reclamos. Luego denunció estas deudas, lo que motorizó la causa en el despacho del juez Torres. Lo cierto es que, según el procesamiento de Torres, Ricci, Dah y Goldenberg pasearon su documento y sus papeles fraguados para extraer cada centavo posible.

Sacarle todo lo que tenga

El 19 de agosto de 2013, el DNI y la clave fiscal de A.S. fueron usadas en la AFIP para inscribirlo en el monotributo, precisamente en el rubro de transporte de cargas, en el cual figura hasta hoy. Una semana después, Mauricio Dah se habría presentado, haciéndose pasar por A.S., en la sucursal Liniers del banco Santander Río para abrir una cuenta.

Al mes siguiente, Dah, nuevamente diciendo ser A.S., logró casi 30 mil pesos en un local de préstamo de Efectivo Sí con documentación de la AFIP y una pariente de Ricci como referencia. En septiembre, Dah obtuvo más de 21 mil pesos en mercadería de una sucursal de Frávega en Caballito, un aire acondicionado split y un termotanque de 55 litros. Allí cometieron el primer desliz: Dah dejó una huella, que combinó con su identidad tras una pericia de la división Rastros de la PFA.

La gira del falso A.S. siguió en Compumundo de Caballito: dos televisores y una impresora HP por 18 mil pesos en septiembre, luego una cámara digital en el mismo local seis meses después. Luego, Credipaz en Liniers, otros 6 mil pesos. El año cerró el 30 de diciembre en Frávega de Caballito: 25 mil pesos en aires acondicionados. La documentación de la AFIP casi siempre estuvo presente para avalar las compras truchas, así como copias del DNI perdido.

Durante la época de las presuntas estafas a A.S., Dah, vivía en un domicilio de la calle Emilio Mitre, una dirección que informó en una compra en Frávega, su segundo gran descuido. Su portero en ese entonces declaró: aseguró que le llegaban facturas de varios comercios, que lo veía entrar y salir con televisores, que llegó a ver facturas a nombre de A.S.

Torres y Yadarola no tienen un estimado de cuánto dinero pasó por la banda liderada por Ricci, Dah y Goldenberg, pero los montos de embargo dictados por el juez son al menos pesados: 15 millones por cabeza para Dah y Ricci, siete millones para Goldenberg.

Goldenberg cayó en la calle Ramón Falcón con siete celulares y 24 mil dólares en efectivo. Dah cayó en la calle Rivadavia, en el domicilio que compartía en los papeles con Ricci, con una gran cantidad de documentación a nombre de A.S., incluidos resúmenes de tarjeta de crédito y constancias de la AFIP. La real riqueza, sin embargo, se encontró, precisamente, en los allanamientos realizados por la Policía de la Ciudad a las propiedades vinculadas a Nelson Ricci.

Primero fue su casa en Vicente López: además de chequeras y tarjetas de crédito se encontraron una Toyota Hilux y una camioneta Jeep modelo Compass. En la sede de su empresa familiar en el partido de Malvinas Argentinas se incautó un Renault Megane, una Volkswagen Suran y otro Megane que, sorprendentemente, registraba un pedido de secuestro. La casa de fin de semana de los Ricci en el country Santa Bárbara de Tigre tuvo la mayor sorpresa de todas: entre tres cuatriciclos, una moto de agua y otra Hilux había más de cien cheques, la gran mayoría rechazados por falta de fondos. Entre los libradores estaba, precisamente, A.S.