Gustavo Marín, de 22 años, fue condenado por robo agravado por uso de arma de fuego. Después de haber cumplido dos de los cinco años de pena prevista, pidió el cambio de cárcel desde San Felipe a Cacheuta, ambas en la provincia de Mendoza.

Una vez instalado en la nueva penitenciaría, los convictos del Módulo 3 le dieron una “bienvenida” que nunca se va a olvidar: lo torturaron, le pegaron, le rompieron la remera y le tatuaron la cara. “Soy fiel a la Yaqui” (en la frente) y “La Jefa” (en la nariz).

Los tatuajes son en referencia a una banda narco de Godoy Cruz, más específicamente a la jefa, conocida como Sandra Jaquelina Vargas, quien se encuentra detenida en la cárcel de mujeres El Borbollón.

Según el jefe del Servicio Penitenciario provincial, Eduardo Orellana, los atacantes se equivocaron de persona: al parecer uno de los internos identificó a Marín como el asesino de un familiar suyo, pero no sería así.

“No es uno de los “angelitos” (relacionado a la banda de “la Yaqui”), creemos que lo han confundido”, notificaron las autoridades policiales, ya que no existen registros que lo vinculen al grupo narco.

Marín fue trasladado al Hospital Central por los politraumatismos que sufrió durante la tortura.