Un allanamiento en un taller clandestino en el barrio porteño de Flores permitió la detención de un empresario de origen surcoreano. En el lugar había gran cantidad de máquinas, telas, hilos y prendas, y se detectó lo que se conoce como “trabajo esclavo”.
La investigación comenzó en septiembre de 2016, lográndose detectar que en tres viviendas de la calle Curapaligüe al 1600 se realizaban actividades clandestinas, teniendo obreros reducidos a la servidumbre y a la explotación laboral.
El taller clandestino estaba instalado en un galpón que estaba camuflado por una persiana en su frente con un cartel que decía “Taller Mecánico”. En su interior había por lo menos 28 máquinas, entre máquinas de coser, planchadoras, estampadoras y cortadoras.
Según los investigadores los trabajadores pasaban muchas horas frente a las máquinas sin ningún descanso. En el lugar se encontraron las planillas con la que los encargados controlaban el horario de entrada de los trabajadores, pero en la mayoría de los casos no figuraba el horario de salida.
Al momento del allanamiento en el lugar había 13 trabajadores de nacionalidad extranjera, 6 mujeres y 7 varones, que además de estar expuestos a largas jornadas de trabajo en negro, convivían con instalaciones eléctricas precarias, ausencia de matafuegos, baños y cocina en mal estado. Además se les prohibía usar teléfonos celulares.
El supuesto empresario a cargo del taller clandestino era de nacionalidad surcoreana, y en todo momento se negó a presentar papeles de la habilitación del galpón y documentación de los trabajadores. Argumentaba ser sólo el encargado y afirmaba haber sido militar en su país de origen. Al finalizar el procedimiento este hombre quedó detenido a disposición de la Justicia.
A cargo del allanamiento estuvo el inspector Pablo Iurato de la División Delitos Complejos de la Policía de la Ciudad. Interviene en el caso el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional nº 11 del Dr. Claudio Bonadío.
