Pablo Reyes, el vigilador privado prófugo por el crimen del “arbolito” Nicolás Silva, quedó detenido esta tarde en el hospital porteño Ramos Mejí­a, luego de haber intentado suicidarse en un hotel de la zona de Once y dejar cartas en las que se hace cargo del homicidio, informaron fuentes policiales.

El sospechoso fue sorprendido por el dueño del hotel “Galicia”, ubicado en Hipólito Irigoyen 3072, cuando intentaba cortarse las venas en la habitación que ocupaba desde hace algunos días.

Entonces, el hombre dio aviso a la Policía y al SAME, que acudieron al alojamiento y lo llevaron al hospital Ramos Mejía, ubicado a sólo cinco cuadras de allí, pese a que en principio el empleado de seguridad se negaba a ser internado, decía que se quería “morir” y presentaba varios cortes en la muñeca.

Según una fuente, los policías de la comisaría 8va. inicialmente no sabían que se trataba de Reyes (35), pero cuando comenzaron a revisar la habitación del hotel en la que alojaba, hallaron su DNI y dos cartas en las que el vigilador asumía su responsabilidad por el asesinato de Silva (41).

El crimen de Silva fue descubierto el domingo cuando la propia esposa del vigilador prófugo llamó al 911 para comunicar que en su departamento del barrio porteño de Monserrat habí­a hallado un cadáver embolsado mientras limpiaba el lavadero, algo que advirtió por el mal olor que de allí­ provení­a y que ella atribuyó, en un primer momento, a las heces de su perro.

Al arribar la policía, la mujer contó que ese mismo dí­a se habí­a peleado con su marido y que el vigilador de la empresa Gruspa, que estaba asignado a la vigilancia de la redacción de la agencia Télam durante el turno madrugada, se habí­a ido de la casa.

Tanto la mujer, Brenda Blanco Rondón (39), como el padre del prófugo, Antonio Reyes (62), quedaron detenidos ante la sospecha de que estén involucrados con el crimen. Los pesquisas no tardaron en determinar que el cuerpo tení­a la misma ropa que llevaba puesta Silva el dí­a que desapareció, el 4 de octubre, con 70.000 pesos.

También se estableció que el domicilio de Reyes habí­a sido el último lugar donde Silva habí­a ido a hacer una transacción para la financiera. Los investigadores reconocieron que la policí­a -primero una brigada de la Policí­a de la Ciudad y luego otra de la Metropolitana-, estuvo dos veces en la casa del vigilador para tomarle declaración, pero que nada hizo sospechar en ese momento que allí­ habí­a ocurrido un crimen y que en un placard guardaban el cadáver.

El cuerpo estaba empaquetado con plástico transparente de uso industrial y tení­a bolsas negras de consorcio en la cabeza, atadas en el cuello con la cadena de una correa para perros.

Los médicos forenses determinaron en la autopsia que Silva fue apuñalado por la espalda pero que esa lesión no le causó la muerte, sino que fue asfixiado.

En tanto, hoy se conoció que Reyes tramitó un nuevo DNI el 14 de octubre, diez dí­as después del homicidio del “arbolito”, por lo que se sospecha que quizás lo necesitaba para irse del país.

“Creemos que tení­a algún inconveniente con su DNI, que lo tení­a extraviado o algo parecido, y tramitó el nuevo apurado porque quizás estaba planeando irse del paí­s”, dijo a Télam uno de los investigadores de la causa.

La causa está a cargo del juez de instrucción 29, Marcelo Conlazo Zavalí­a, y del fiscal José María Campagnoli, quienes ayer enviaron una Unidad Criminalí­stica con peritos de la Policí­a Metropolitana para volver a realizar nuevos peritajes en la casa de Reyes, el departamento 4to. “A” de Venezuela 1218.

Fuentes de la investigación revelaron a Télam que ayer los peritos de la Metropolitana levantaron en el departamento algunas muestras de aparentes machas de sangre y prendas de vestir que también presentaban restos de posible tejido hemático y que todo será analizado en el laboratorio.

También se hicieron en distintos ambientes pruebas de “luminol” -el reactivo que detecta manchas de sangre lavadas-, pero dieron resultado negativo.

Los restos de Silva fueron velados hasta esta mañana en una funeraria de Villa Urquiza donde su madre, Marcela Neira, dijo a la prensa que “esto fue un crimen macabro” y que no podía creer que alguien lo haya tenido 45 dí­as adentro de una bolsa y en un placard”.