Se realizaron varios operativos en el barrio de Flores a la altura de la Avenida Rivadavia al 7000. Fueron en simultáneo y por la noche. Dieron como resultado, entre otras cosas, la clausura de un prostíbulo.
Gracias a denuncias realizadas al 911 la policía tenía investigada una casa que funcionaba como prostíbulo. Al ingresar se encontró con ocho mujeres y cuatro clientes, dos de ellos en pleno acto sexual y los otros en el hall de espera.
Personal perteneciente a la Dirección Nacional de Migraciones se ocupó de investigar los datos de cada una de mujeres. Tres de ellas eran de nacionalidad Colombiana y una tenía vencido el carnet de residencia provisoria, el resto estaban con la residencia legal.
Además, el personal de la Dirección de atención y asistencia a la víctima se encargó de verificar si son realmente trabajadoras o posibles víctimas de explotación sexual o trabajo esclavo. Para esto se realiza una entrevista privada a cada empleada donde el personal calificado de esta dirección logra identificar si la victima está diciendo la verdad o no.
En muchos casos se da que en este tipo de lugares los patrones suelen amenazar a las mujeres para que no cuenten nada acerca de la labor que hacen, o si sufren algún tipo de abuso. Por eso el cuerpo de atención y asistencia se compone de psicólogos, abogados, asistentes sociales y personal operativo.
En cuanto al prostíbulo, funcionaba en una casa vieja con tres habitaciones chicas donde solo había una cama y una estufa. El baño era muy chico y no tenían agua caliente. Según contaban las mujeres que trabajaban ahi, eran un grupo de mujeres grandes, entre 35 y 50 años que se juntaron y comenzaron a alquilar esa casa haciéndola funcionar como un prostíbulo de paso. Dicen que se trabajaba mucho por la mañana con los camioneros o barrenderos de la zona. Los turnos eran de una hora y costaban $ 500 o $ 250 la media hora.
