Una fiscal de juicio pidió la pena de 40 años de prisión para el disc jockey platense Jorge Martínez Poch por abuso y corrupción de sus dos hijas cuando eran menores de edad y por privar de su libertad, golpear y violar a su novia en septiembre de 2013.
Al pedido de la fiscal María Florencia Budiño se sumó el del particular damnificado que representa a la ex pareja del DJ, que reclamó una condena a 25 años de prisión, mientras que la defensa solicitó que lo declaren inimputable.
“Los hechos se encuentran probados, pido un veredicto condenatorio”, reclamó Budiño al alegar hoy ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de La Plata que desde principios de agosto juzga a Martínez Poch (53) por los abusos a sus dos hijas cuando estas eran menores de edad y por golpear, violar y mantener cautiva a su novia, Vanesa Rial (40), y que hoy informó que el próximo miércoles 31 de este mes dará a conocer el veredicto.
Budiño pidió se imponga a Martínez Poch la pena de 40 años de prisión por los delitos de “corrupción de menores agravada por violencia, amenazas, intimidación y vínculo de parentesco en concurso real con abuso sexual, gravemente ultrajante agravado por el vínculo de parentesco y por el grave daño a la salud mental en perjuicio de M. J. y M. P.”.
Además le imputó “el concurso real con abuso sexual con acceso carnal reiterados, agravado por el grave daño en la salud mental y por haberse cometido por dos personas cuanto menos en un hecho en concurso real con privación ilegal de la libertad agravado por haberse logrado el propósito perseguido” en perjuicio de Rial.
En su alegato, la fiscal detalló durante más de cuatro horas los padecimientos sufridos por las dos hijas de Martínez Poch y los abusos a la abogada Rial, remarcando a lo largo de exposición “el modus operandi” para “seducir” y reducir a sus víctimas con violencia psicológica y física.
Las dos hijas de Martínez Poch, hoy de 19 y 20 años, respectivamente, quedaron con éste al morir la madre de ellas y a partir de ese momento, según declararon, su padre las esclavizó, las obligaba a ver películas pornográficas y presenciar sus actos sexuales con otras mujeres; además de realizarle tocamientos en sus partes íntimas con su pene, entre otros vejámenes.
En el caso de Rial, según la fiscal, Martínez Poch la sedujo con una imagen de “príncipe azul”, inteligente, culto, amable, para luego reducirla con narcóticos, golpearla y violarla, incluso permitiendo que al menos otro hombre abuse de ella.
Al igual que con otras ex parejas, ese “príncipe azul” se transformó en un ser posesivo, agresivo, que aisla a la mujer de su entorno familiar, de amistades y laboral, “coptando asi su voluntad” con amenazas y violencia psicológica, apuntó la fiscal.
“`Yo le contestaba lo que él quería por miedo´, decían las hijas”, recordó Budiño al igual que hacía Rial, quien temía que Martínez Poch asesinara a sus padres, de quien había averiguado todos sus movimientos.
La fiscal destacó también que el DJ “tiene un absoluto entendimiento de los límites de su accionar” y que “se limita” cuando sabe que puede ser penado, como lo hizo en ocasión de llevar a Rial a casa de un familiar de él, donde “actuó” para fingir que eran una pareja feliz.
La fiscal precisó los daños psicológicos y físicos que padecen las víctimas del DJ, los cambios de personalidad y conducta apenas éste empezó a reducirlas y los daños que padecen en la actualidad.
En el caso de Rial, Budiño destacó que aún está en tratamiento psicológico y medicada para no tener alucionaciones ni visuales ni auditivas.
En tanto, el abogado Julián Rimada, que representó Rial pidió 25 años de prisión por “privación ilegal de la libertad, agravada en concurso real y abuso sexual agravado con empleo de narcóticos”.
Destacó que se trató de un “gravísimo caso de violencia de género”, y que el acusado con golpes, violaciones y amenazas contra ella y sus familiares había doblegado su voluntad.
Consideró que esto “modificó la vida normal de Vanesa” y que ese trastorno que sufrió “es crónico y lo continuará teniendo de por vida”.
Por su parte, Martín Cerolini, abogado defensor de Martínez Poch, se abocó a analizar punto por punto las acusaciones que pesaban sobre el acusado, y en el cierre, tras realizar una serie de consideraciones sobre el estado picológico de éste, solicitó la “inimputabilidad”.
Desacreditó las denuncias de la mujer que derivaron en la detención de Martínez Poch y negó que la haya mantenido privada de su libertad.
“Eso no pudo ser demostrado durante el juicio”, sostuvo y explicó que Martínez Poch “no anduvo buscando víctimas, por lo que no hubo captación”.
Dijo que una “neurótica”, como calificó a Rial y un “psicópata”, como diagnosticó a Martínez Poch, “se complementan” y aseguró que entre ellos “existió una relación afectiva normal que, para los de afuera, era anormal”.
Cerolini negó también que su defendido haya abusado de sus hijas y citó distintos casos de jurisprudencia de psicópatas que fueron declarados inimputables por lo que pidió que se le de el mismo tratamiento.
Finalmente el tribunal le dio la oportunidad a Martínez Poch para que haga su descargo, pero éste se negó a hacerlo con un lacónico “no”.
Previamente, en un contacto con la prensa, el DJ había considerado “una exageración” el pedido de 40 años de prisión solicitado por la fiscalía, y cuando se le preguntó si se arrepentía de algo, admitió: “No haber podido estar más tiempo con mis hijas”.