Detienen a un secuestrador que llevaba 11 años prófugo

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Fue detenido por secuestrar a dos hermanos y salió en libertad poco tiempo después, supuestamente para esperar su juicio en libertad. Para la Justicia no había riesgo de que se escapara. Pero desapareció y estuvo 11 años prófugo. Actualmente se hacía pasar por empleado de la Aduana y estafaba a clientes que buscaban celulares a precios bajos. Utilizaba identidades falsas, pero no se escondía. El miércoles, tras una investigación que incluyó escuchas telefónicas y seguimientos, cayó en pleno centro porteño.

Según publica el diario Clarín, Luis Malara (55) fue detenido en Avenida Corrientes y Leandro N. Alem. Lo atraparon agentes encubiertos de Gendarmería que se habían hecho pasar por falsos clientes.

Impulsados por el Ministerio de Seguridad de la Nación, a través del Comando Unificado Federal de Recaptura de Evadidos, agentes de la Dirección de Inteligencia Criminal de Gendarmería habían empezado a buscar a Malara hacía seis meses.

“Comenzamos a tirar redes y llegamos al dato de que el prófugo estaba en Buenos Aires y que se dedicaba a cometer estafas. Se hacía pasar por empleado de la Aduana. Les decía a sus víctimas que conseguía artículos de electrónica a bajo costo, principalmente celulares. También prometía liberar contenedores que estaban en el puerto a cambio de dinero”, explicaron fuentes del caso.

El detenido citaba a su víctima a un punto céntrico de la ciudad y le hacía pagar por adelantado. Por lo general a los encuentros iba acompañado con su hijo de ocho años para inspirar confianza en el cliente. Una vez que obtenía el botín, desaparecía. Usaba siempre identidades falsas.

Denuncias por casos similares comenzaron a acumularse desde 2007. Las descripciones físicas que dieron las personas estafadas coincidían con las de Malara, aunque el nombre del supuesto empleado de la Aduana siempre cambiaba.

“Una vez que lo ubicamos, empezamos con escuchas telefónicas y seguimientos. También nos entrevistamos con varias de sus víctimas para que nos cuenten su manera de operar”, contaron las fuentes del caso.

Pero los investigadores sabían que no estaban ante un simple estafador. En su “historial”, Malara acumula causas por secuestros y robos con armas. Uno de esos casos, por el que estaba prófugo de la Justicia, ocurrió el 27 de julio de 2005. Antonio Lamanna (en ese momento tenía 36 años), dueño de una pequeña fabrica de acrílico, publicó un aviso en los diarios para conseguir materia prima. Ese mismo día, recibió una llamada de un supuesto proveedor que le ofreció varios artículos para su fábrica. Ambos acordaron un encuentro.
Cuando el empresario estaba yendo hacia el punto de encuentro, el falso proveedor lo llamó y le dijo que lo esperaba en un supermercado de San Miguel. Lamanna estacionó su Chevrolet corsa familiar en la cochera del supermercado.

Un rato después llegó Malara, acompañado de un cómplice. Ambos subieron al auto del empresario y se lo llevaron secuestrado. Desde el Chevrolet Corsa los delincuentes llamaron al hermano del empresario (Francisco, en aquel momento presidente de la Cámara Industrial de Comercio de La Matanza) y le exigieron 7.000 dólares para liberar a Antonio.

Francisco juntó el dinero y pasó por la comisaría para hacer la denuncia pero le pidió especialmente a los investigadores que no intervinieran hasta que su hermano no fuera liberado. El pago del rescate se pactó en el barrio Las Catonas de Moreno. “Me apuntaron con un arma, me subieron al auto donde estaba mi hermano y me secuestraron a mi también”, le contó a Clarín Francisco Lamanna, un día después del episodio.

Lo que no sabían los secuestradores era que el pago del rescate estaba siendo monitoreado por la Policía. Cuando el Chevrolet arrancó, al menos cuatro autos de civil con agentes encubiertos empezaron a seguir a los delincuentes. Al llegar a la ruta 202, a la altura de Don Torcuato, el Corsa se detuvo en un paso a nivel del ferrocarril Belgrano. Fue entonces que la Policía decidió intervenir. En ese momento casi 100 agentes de distintas jurisdicciones rodeaban la zona.

Los policías liberaron a las víctimas y detuvieron a Malara y su cómplice. Más tarde fue apresada una mujer que también pertenecía a la banda.

El secuestrador estuvo poco tiempo preso. Recuperó su libertad y se escapó. Estuvo prófugo hasta el miércoles, cuando cayó en la trampa. Los investigadores se hicieron pasar por clientes y lo citaron a un encuentro a la salida de la estación Alem de línea B.

Esta vez, Malara no podría escapar. Mientras esperaba a su supuesta víctima, aparecieron agentes de la Unidad Especial de Procedimientos Judiciales “Buenos Aires” y, con la autorización del Juzgado en lo Criminal de Instrucción N° 3, lo detuvieron. El prófugo estaba acompañado de su hijo, que quedó a disposición de un juez de menores.