Villa 31: narco vivía como un “Rey” con hidromasaje y seis plasmas

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Fuente La Nación

Aún no había amanecido; faltaba poco para las 6. En los angostos pasillos de la villa 31 todo era oscuridad cuando los policías federales irrumpieron en la casa donde pensaban que podía estar oculto ese peruano señalado como capo de una de las bandas que maneja la droga en la zona, que también es investigado por homicidios y ajustes de cuentas vinculados con el narcotráfico.

Los detectives de la División Homicidios de la Federal no encontraron al sospechoso, pero sí se sorprendieron con el confort y el equipamiento que había en el inmueble de dos pisos: seis pantallas de plasma, un baño con hidromasaje, equipo de aire acondicionado y cuartos como los de un moderno dúplex que desentonaban con el entorno de ese pasillo de la villa de Retiro.

En los armarios había varias cajas de zapatillas de primera marca sin estrenar. Allí vive, o vivía hasta hace casi nada, Bladimir Morán Joyo, alias “Cabecita”, el hijo de “el Loco César”, que dirige a la banda que él mismo creó desde la cárcel de Devoto.

Los allanamientos fueron ordenados por el juez federal Ariel Lijo, en una investigación en la que también participa el fiscal Jorge Di Lello. En abril pasado habían hecho un gran operativo para que el Estado volviera a tomar el control de la villa 31 tras una serie de homicidios ligados al narcotráfico. Esa vez se le dio un fuerte golpe a la banda conocida como “los Sampedranos”, integrada mayormente por paraguayos.

Un mes y medio después del megaoperativo, por pedido de Di Lello, el juez Lijo entregó tres inmuebles usados por las bandas a las Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia (Atajo) de la Procuración General de la Nación y a la Secretaría de Integración Social y Urbana del gobierno porteño para que les dieran un uso social.

Pero la investigación continuó y en las últimas horas hubo otros 34 allanamientos porque después de la caída de “los Sampedranos” se hizo fuerte la banda integrada por peruanos que, según fuentes judiciales, es liderada por César Morán de la Cruz, “el Loco”. Esta organización, según fuentes de la causa, monopolizó el comercio de drogas en el denominado barrio San Martín y en parte de la zona conocida como Playón Este.

Según las fuentes consultadas, en la villa 31, la banda es comandada por familiares de “el Loco”. Los detectives de la División Homicidios y de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal tenían la orden para capturar a Bladimir Morán Joyo, uno de los hijos de César. Fueron a buscarlo a la casa donde encontraron los plasmas y el hidromasaje.

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“Morán Joyo no fue localizado en la vivienda, pero sí fue detenida su madre, Zoila Joyo Chiquitaquiri, que estaba vinculada a la causa de drogas”, dijo a LA NACION una calificada fuente policial.

De otro mundo

En la casa allanada, situada enfrente de la casa 46 de la manzana 102, había rastros de “Cabecita” por todos lados: apenas se pasaba la puerta de entrada, protegida por una reja, se podía ver un tapiz color crema del club de fútbol Universitario de Perú que tenía tejido el nombre “Bladimir”. En la habitación de la primera planta había una foto del sospechoso con su pequeña hija en brazos.

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Del inmueble los investigadores se llevaron más de 17.000 pesos en efectivo, una decena de teléfonos celulares y una notebook, aparatos que serán sometidos a peritajes.

Además de la madre de “Cabecita” fue detenida una mujer identificada sólo como Marta; se sospecha que era la proveedora de la droga que la organización vendía al menudeo. En total hubo 13 aprehendidos. Además de los bienes confiscados en la casa de Morán Joyo, en los allanamientos fueron incautados chalecos antibalas, droga y tres armas.

A la hora de los operativos estuvieron presentes el equipo de colaboradores del fiscal Di Lello, y los jefes de la Superintendencia de Drogas Peligrosas y de la División Homicidios de la Federal, comisario mayor Jorge Casas y comisario Martín De Cristóbal, respectivamente.

Como se dijo, además del comercio de drogas en la villa 31, los sospechosos son investigados por los homicidios de cuatro personas. En uno, ocurrido en enero pasado, fue asesinado un joven de 18 años, consumidor de pasta base, que le habría robado estupefacientes a la organización. “La víctima fue secuestrada, la tuvieron cautiva un par de días y después la ejecutaron en un pasillo”, recordó una fuente de la causa.

El informante agregó: “En otros dos homicidios, las víctimas también estuvieron cautivas en casillas usurpadas por integrantes de la banda; fueron mutiladas y torturadas para luego ser asesinadas a sangre fría en los pasillos de la villa”.