Rodrigo Pozas Iturbe es mexicano, tiene 43 años y viene de una familia acomodada (madre empresaria, pedagoga y veterinaria; padre veterinario genetista). En 2007 vino a la Argentina y un año después fue acusado de integrar la red de narcos detrás de la llamada “ruta de la efedrina”. Por ese caso fue absuelto, pero en abril pasado su situación se volvió a complicar: terminó detenido, imputado de proveer cocaína a una banda que traficaba al exterior y también al interior del país, principalmente Ushuaia y Mar del Plata.
Pozas – conocido por su amor a las motos Harley-Davidson– sostuvo su inocencia en declaración indagatoria. Pero ya cuatro jueces dejaron en claro que no le creen. Según publica el diario Clarín, en mayo el juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky lo procesó como jefe de una asociación ilícita dedicada a la comercialización de drogas. Y hace apenas unos días los tres camaristas de la Sala A del fuero confirmaron ese fallo.
Con su resolución, los camaristas convalidaron una investigación de Aguinsky y la fiscal María Gabriela Ruiz Morales que fue de menor a mayor. Comenzó con la detención de “mulas” que viajaban a su destino con droga oculta en las plantillas de las zapatillas, llegó luego hasta los organizadores y finalmente a Pozas Iturbe.
El mexicano terminó implicado por una serie de indicios coincidentes: quedó filmado en encuentros con uno de los jefes de las “mulas”, se registraron escuchas comprometedoras y hasta se secuestró una conversación que mantuvo con su ex mujer por Skype en la que le cuenta de sus planes narco.
“Yo quiero traer lo de Breaking Bad (la serie sobre la fabricación de metanfetaminas). Acá es moda, no se consigue, es carísima”, le cuenta a su ex mujer y agrega que piensa expandirse más allá de la frontera argentina: “Quiero llegar a la gente del PCC en Brasil (Primer Comando Capital, la mayor organización narcocriminal de ese país). Acá nadie lo hace. Estoy tratando, sé que lo voy a lograr, pero necesito dinero”. Pero esos planes quedaron truncos. Hoy Pozas Iturbe vive en el Complejo Penitenciario I de Ezeiza y su destino más inmediato es un juicio oral bajo un cargo por el que podría ser condenado a 10 años de prisión.