Con la caída de Los Monos, asoman Los Cambichos en la guerra narco

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Todo fue fugaz y premeditado. La tensión flotaba en la pista situada junto al Paraná, cuando Ramón “Monchi” Machuca, líder de Los Monos, puso un pie en Rosario, donde llegó en un helicóptero de la Policía Federal, tras permanecer tres años prófugo. En pocos segundos fue rodeado por unos 50 efectivos federales y de la Policía de Santa Fe, que lo introdujeron en una camioneta y lo trasladaron, protegido con un casco y chaleco antibalas, a la cárcel de Piñero, a 15 kilómetros de la ciudad.

“Monchi” volvió a Rosario, donde la banda que lideraba con sus hermanos y su padre quedó prácticamente desarticulada. En ese punto coinciden desde los ministerios de Seguridad de la Nación y de Santa Fe. Los Cantero ya no manejan la red de búnkeres en la zona sur que le garantizaban a este grupo una entrada líquida y permanente de dinero, que luego reinvertían en autos y propiedades. Las autoridades están alertas porque sus reemplazantes podrían ser incluso más violentos, como la llamada banda de Los Cambichos, publica el diario La Nación.

En el penal donde fue trasladado Machuca, tras ser detenido anteayer en el barrio de Flores, está el resto del clan narcocriminal -21 miembros de la banda-, incluido su padre adoptivo, Máximo Ariel Cantero, quien lo crió a la par de sus dos hijos varones mayores en la villa La Granada, donde en la última década Los Monos dieron el salto y pasaron de andar a caballo a los autos importados de lujo.

Dos de los hermanos de “Monchi” están presos y uno muerto. Ariel Máximo Cantero está detenido en el penal de Rawson por comercialización y fabricación de estupefacientes. También lo acusaron del homicidio de Diego Demarre.

Claudio Ariel, alias “Pájaro”, está muerto. Era considerado el más estratégico de la banda. Fue quien transformó a una banda de matones en narcos. Lo asesinaron el 26 de mayo de 2013, y ese crimen fue el germen de un raid de venganzas que terminó con seis fallecidos. Por el crimen fueron procesados los sicarios Milton Damario y Facundo “Macaco” Muñoz. Y como autor intelectual fue imputado Luis “Pollo” Bassi, un competidor de Los Monos en el mercado de estupefacientes.

Machuca fue alojado en la cárcel de Piñero en un sector restringido para evitar que se cruce con sus familiares y amigos de la banda.

El 1º de marzo de 2015, la banda seguía activa desde la sombras de la cárcel, donde Guille Cantero ordenaba crímenes y aprietes. En una de las escuchas que figuran en el CD 19 que está en el expediente, Cantero lo deja en claro en un diálogo que mantiene con Ángel Villa, quien sigue en Piñero. “Mandalo a Mauri a hablar con los de la seccional 4a. para que les diga que volvemos a abrir el búnker en el mismo lugar que antes. Que hable para que no nos tumben.”

Después de que se conocieran las órdenes que salían desde el pabellón 7 el Servicio Penitenciario reforzó la custodia e instaló inhibidores de señal de celulares. Pero al poco tiempo Los Monos encontraron una nueva grieta en el sistema. Empezaron a utilizar un teléfono fijo.

Los investigadores revelaron que 14 integrantes de la banda -cuadros medios en la estructura- permanecían prófugos, entre ellos, Celestina Contreras, la madre de “Guille” y “Monchi”. Los Cantero no sólo perdieron el control de la red de búnkeres que estaban diseminados en el sur de Rosario y Villa Gobernador Gálvez, sino también otra fuente de ingresos muy importante: desde que surgieron a fines de los 90 en La Granada, Los Monos ofrecían “protección” a cambio de dinero y droga.

Ahora esa actividad también se cerró. El poder de fuego, con decenas de soldaditos, y la violencia extrema que mostraban sin dudar, convencían a otros narcos sellar pactos de convivencia. “El que pretendía vender droga en Rosario tenía que pagar a Los Monos”, contó uno de los investigadores.

En reemplazo de Los Monos empezaron a aparecer algunos grupos violentos con ascendencia en el barrio Las Flores y La Granada. Uno de ellos es el que se conoce como Los Cambichos, formado por una docena de jóvenes de esa zona que, muchos de ellos, sirvieron como soldaditos de Los Monos y ahora pretenden ganar territorio, siempre a costa de más muertes.

Fuentes policiales definen a Los Cambichos como sicarios dedicados a matar, robar y mejicanear a otras bandas. Los vecinos de la zona describen a todos sus integrantes como “pibes sin códigos”. Elías Cáceres, uno de los cabecillas, de 25 años, fue condenado por matar a tres jóvenes e intentar asesinar a otros dos en sólo tres años. Los jueces que lo condenaron a 32 años de cárcel definieron su perfil como un joven que mata con un “alto grado de crueldad”. Elegía a sus víctimas, las atacaba por sorpresa y siempre disparaba por la espalda, señalaron en el fallo.