“Sosto consumía cocaína y estaba disgutado con su madre”, dijo un testigo

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Un ex compañero de consumo de drogas de Luciano Sosto, el sommelier que está siendo juzgado por la violación y el asesinato de su madre, aseguró hoy que éste “siempre estaba al límite” cuando tomaba cocaína y que cada vez que bajaba a ver a su madre en su departamento, regresaba “disgustado”.

Se trata de Maximiliano Tapia (22) un kiosquero que al momento del crimen de Estela Garcilazo (69), diciembre de 2013, solía frecuentar el departamento de Sosto (37) en el 5º “B” de la calle Seguí 4444 para consumir cocaína.

Tapia declaró hoy en la quinta jornada del juicio ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 8 que no era amigo pero sí “conocido” de Sosto porque el sommelier era cliente del maxikiosco que él y su familia atienden en la calle Oro al 2900.

Si bien durante gran parte de su testimonio, la sala fue desalojada para que hablara de cuestiones íntimas y personales, Tapia explicó que a lo de Sosto a veces iba a consumir solo y otras acompañado por un amigo, Iñaqui Mugica, quien en un momento fue sospechoso e imputado en esta causa -por dichos de Sosto- pero luego quedó sobreseído.

A preguntas de la fiscal Diana Goral y del presidente del tribunal, el juez Alejandro Sañudo, Tapia hizo una descripción de cómo era Sosto cuando consumía cocaína. “Mucho consumía. El doble o el triple que una persona normal”, señaló el testigo y al hacer una estimación calculó que Sosto debía consumir “entre diez y quince gramos en una noche”. 

La droga lo ponía más activo y trataba de mostrarse violento, de intimidar”, afirmó. Cuando la fiscal Goral le preguntó si alguna vez lo vio explotar, Tapia contestó que ‘Lucky’ “siempre estaba al límite”. Sin embargo, aclaró: “Jamás lo vi perder la lucidez, sí cambiar de personalidad”.

El comerciante contó que era frecuente que alrededor del mediodía o a primera hora de la tarde, Sosto bajara al departamento donde vivía su madre de donde regresaba “nervioso, disgustado y enojado”.

“Hacía referencia a la enfermedad de su madre pero se notaba que estaba ocultando algo, que había algo más que le molestaba”, explicó. Recordó que cuando Sosto salía de su departamento, “cerraba la puerta con llave” y los dejaba “encerrados”.

El kiosquero, quien le dijo a los jueces que su participación en esta causa le trajo “problemas psicológicos” por los que está “bajo tratamiento”, afirmó que Sosto “siempre jugó a manipular” para lograr lo que quería y mencionaba “cosas de psicología y de Freud”.

Además, comentó que cuando el sommelier cambiaba de ánimo y quería que se fueran de su casa, “cortaba la bebida y la droga”. Respecto a los frecuentes contactos telefónicos y mensajes que en la causa figuran entre su celular y el del imputado,