Incidentes en Boca: cinco policías resultaron heridos

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Descontrol, anarquía, inseguridad e indignación fue el oscuro combo que vivieron los socios de Boca Juniors en el caótico ingreso a La Bombonera, donde se quedaron fuera socios con derecho de acceso y entraron quienes vulneraron los controles ante una policía que llegó tarde ante cada incidente. 

Desde más de una hora y media antes comenzaron las informaciones incidentes en los primeros vallados del anillo, porque la policía quedaba desbordada.

“Mi hija iba a ir pero no va, hay lío para entrar”, daba cuenta un vecino de Barracas, muy cerca del primer vallado cuando faltaban aún dos horas para el comienzo del partido. Esto fue sucediendo en varios de los pasos entre las verjas hasta llegar a la cancha.

Se tomó conocimiento para ese momento que el presidente Daniel Angelici había realizado una denuncia contra sectores de la barra disidente sobre versiones de que iban a provocar incidentes o la suspensión del partido a poco más de un mes de las elecciones para renovar autoridades en Boca. Sin embargo, nada pudo evitar la catarata de insultos que recibió el dirigente por las redes sociales.

Pasadas las 16.30, una hora y media antes del comienzo, empezaron a ingresar hinchas sin mostrar su entrada, saltando un alambrado que da las plateas del La policía llegó tarde a cada sector que fue vulnerado, como en uno de los accesos en los que ya hacía tiempo que los molinetes habían sido vulnerados.

“Este es mi lugar y de nadie más, pago seis mil pesos a principios de año y no me dejan entrar”, dijo desesperado un socio que mostraba su carnet habilitante.

“Soy vitalicio y me dicen que no puedo entrar”, lamentó un hombre mayor que tornó a alejarse de la cancha.
Encima se supo que el único sector con portón abierto era por Irala y Palos y allí fue la masa de hinchas, saltando vallas por izquierda y derecha. La policía volvió a llegar tarde.

Recién atinó a sacar poco menos de un centenar de hinchas que transitaban ya por la zona del estacionamiento, donde hubo otras corridas, aunque esta vez hacia afuera del estadio y no hacia adentro, como se habían sucedido anteriormente, mientras los socios habilitados miraban frustrados desde lejos.