Como si fuesen una brigada, con sus chalecos identificatorios, intercomunicadores y balizas policiales, detenían camiones de transporte de mercadería en rutas. Pero los choferes rápidamente comprendían que no estaban frente a un operativo de control legal. La presencia intimidante de la ametralladora PA 3, arma de dotación en muchas fuerzas de seguridad del país, revelaba las reales intenciones del grupo, que la semana pasada, luego de varios meses de investigación, fue desarticulado.
La caída de la llamada “banda de los politruchos”, tras varios allanamientos en La Matanza y la Capital, puso de relieve uno de los datos más preocupantes sobre la seguridad pública en los últimos meses: la aparición, cada vez más frecuente, de armas de alto volumen de fuego en manos de delincuentes comunes.
Según el diario La Nación, ya no se trata de organizaciones “pesadas” que alquilan fusiles para golpes con importantes botines, como asaltos a camiones blindados o bancos; incluso bandas pequeñas dedicadas a todo tipo de asaltos están dotadas de armamento de guerra. Días atrás, la policía bonaerense atrapó a varios integrantes de un grupo que hacía entraderas en countries del conurbano norte y que también se dedicaba al robo de autos. Entre sus armas tenían una ametralladora igual a la de los “politruchos”.
Todavía no existe un patrón común que dé cuenta del origen de esas armas ni hay investigaciones que conecten casos para orientar las pesquisas hacia las formas de abastecimiento de ese mercado de armas pesadas. La principal presunción es la de los robos “hormiga” de armas reglamentarias que terminan en manos de delincuentes comunes. El temor es que se desate una “carrera armamentística” entre las bandas.
En lo que va del año, siete armas similares fueron secuestradas por la policía santafecina. En Rosario, esas ametralladoras fueron usadas en ajustes de cuentas entre dealers, como en el asesinato de un joven y en el contraataque de un “soldado” narco ante un ataque de sicarios, ambos hechos, en agosto.
En mayo, un grupo comando copó la comisaría de General Lagos, en el sur de Santa Fe, y robó armas -entre ellas, tres ametralladoras FMK 3- antes de asaltar la sucursal del banco Credicoop. Por ese hecho fueron detenidos seis policías la semana pasada.
En agosto, hubo un asalto a otro banco Credicoop santafecino, esta vez en la localidad de Pérez. Allí, los delincuentes usaron una FMK3 y una ametralladora Halcón.
En Tres de Febrero usaron ametralladoras los secuestradores del empresario Daniel Rebagliati. Y con una ráfaga de ametralladora fueron asesinados cuatro paraguayos en la villa 1-11-14, del Bajo Flores, donde, según informes de La Alameda, hay un “ejército” de 300 “soldados” que defienden a sangre y fuego el negocio narco.
Este año también fue desarticulada una banda que realizaba entraderas y secuestros en el oeste del conurbano. Fue conocida como “la banda del M16” por las armas que utilizaba, aunque en realidad se trataba de fusiles tácticos M4, una versión moderna de aquella arma del ejército norteamericano. Tenían 12.
Muchos fusiles que llegaron a manos de delincuentes salieron de arsenales militares. No es el caso de esos M4, cuyo origen aún se desconoce. Pero varios asaltantes comunes se hicieron de fusiles FAL del Ejército mediante robos con asistencia de cómplices en las guarniciones.
Fuentes castrenses contaron que en varios casos ocurridos en los últimos años se pudo determinar la participación en los hurtos de soldados que tenían familiares directos en prisión o involucrados en bandas.
Casos similares sucedieron en policías provinciales. Durante un tiempo, en la policía de Santa Fe la denuncia por falta de armamento se limitaba a un trámite burocrático en el que ni siquiera se consignaba la circunstancia en la que se había perdido el arma. Más de cien pistolas habían sido denunciadas como perdidas por policías. Sospechas similares pesan sobre la policía de Córdoba.
Sin embargo, la inquietud mayor la provoca el ingreso de armas que no figuran en los arsenales militares o policiales argentinos. Se sospecha de una línea de abastecimiento consolidada que usa iguales canales que en el tráfico de drogas. El año pasado la Aduana descubrió un cargamento de cargadores para fusiles AK47 en un ómnibus que se dirigía de Paraguay a Rosario, lo que evidencia la existencia del clásico fusil ruso en el mercado interno. Hace dos años que espera turno de juicio en San Martín un caso en el que se descubrió un Kalashnikov en una casa de El Palomar, además de una ametralladora Ingram y de varios cargadores para fusiles Galil, modelo de arma táctica usada por el ejército israelí.