Piden entre 5 y 22 años de prisión para diez policías

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El fiscal de Quilmes Claudio Pelayo solicitó hoy que se condene a penas de entre 5 y 22 años de prisión a una decena de policías bonaerenses, algunos de ellos en actividad, acusados de la tortura y muerte de cuatro adolescentes tras un motín e incendio ocurrido hace casi 11 años en una comisarí­a de ese distrito.

Pelayo efectuó el pedido durante los alegatos del juicio que efectúa desde agosto el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Quilmes, que buscan determinar la responsabilidad policial por la muerte de Elí­as Giménez (15), Diego Maldonado (16), Miguel Aranda (17) y Manuel Figueroa (17).

“Se ha llegado al momento, luego de once años, de dar adecuada respuesta a la sociedad en general y a las familias damnificadas en particular, más teniendo en cuenta que los ilí­citos tratados fueron cometidos por funcionarios públicos”, sostuvo el fiscal.

Al exponer ante los jueces Alicia Anache, Armando Topalián y Alejandro Portunato, Pelayo remarcó que “estos familiares han recorrido un larguí­simo camino bregando y esperando pacientemente por su aclamada justicia y éste es el primer momento para alcanzarla”.

Previamente, el representante del Ministerio Público hizo una descripción de los tormentos sufridos por las víctimas mientras estaban detenidas en pésimas condiciones en la comisaría primera de Quilmes el 20 de octubre de 2004.

Acusó al ex comisario Juan Pedro Soria, quien al momento de los hechos era titular de esa seccional, de no evitar esos apremios ilegales y del incendio que se produjo en la comisaría y provocó la muerte de los adolescentes.

Pidió que se lo condene a 8 años de prisión por “estrago culposo seguido de muerte y omisión de evitar tormentos” y que se lo inhabilite en forma perpetua para ejercer cargos públicos.

No obstante, la pena más alta, 22 años de cárcel, la solicitó para el oficial inspector Fernando Pedreira, ya que le atribuyó diez hechos de apremios ilegales y siete de tormentos contra los jóvenes detenidos allí.

En tanto, para el cabo Hugo D’Elí­a solicitó 15 años por dos apremios y tres tormentos; para el oficial inspector Gustavo Avila 13 años por cuatro apremios y un tormento y para el agente Juan Carlos Guzmán 11 años por tres apremios y un tormento.

Luego, Pelayo reclamó 9 años de prisión para el subcomisario Basilio Vujovich, los agentes Elizabeth Grosso, Franco Góngora y Gustavo Altamirano; 7 años para el oficial inspector Gustavo Avila y 5 para el oficial inspector Jorge Gómez.

El fiscal les pidió a los jueces que en caso de condenar a los policías, se ordene su detención, ya que llegaron al juicio en libertad, dado que hay “riesgo de fuga” y por la “severidad del delito y de la pena”.

Pelayó encontró como agravante el daño causado a las víctimas, sus familiares y a “la imagen de la institución policial a la que pertenecían en ese momento, que se ha afectado gravemente y ha quedado irremediablemente manchada”.

El hecho que se juzga se registró la noche del 20 de octubre de 2004, cerca de las 23.30, cuando los detenidos iniciaron una quema de colchones en sus celdas.

Según se pudo determinar en lo que va del debate, ese dí­a habí­a 17 menores de edad detenidos, siete en el calabozo Uno y diez en el Dos.

Durante la tarde, los policí­as ingresaron a las celdas, los hicieron desnudarse y los golpearon, lo cual era una “práctica sistemática”, según declararon varios testigos que también aseguraron que los detenidos eran obligados a pelearse entre sí­ y los uniformados “apostaban” a ver quién ganaba.

Esa noche, un oficial le dijo a Maldonado que su hermanita de dos años habí­a muerto -lo cual era falso- por lo que el joven empezó a gritar para que lo dejaran salir e ir con su familia.

Debido a que no se lo permitieron, sus compañeros empezaron a prender fuego un colchón para que les abrieran la celda.

Los colchones no eran igní­fugos y los calabozos rápidamente comenzaron a incendiarse y a llenarse de humo, mientras los policías demoraron en abrir las puertas alrededor de 15 minutos, según los familiares de las ví­ctimas.

Algunos de los chicos fueron trasladados a la comisarí­a 3ra. de Florencio Varela y los más graves al hospital, donde finalmente murieron.