Las escuchas del caso de prostitución VIP

1888

Las escuchas del caso 

Fuente Fiscales.gob.ar 

El fiscal  Federico Delgado, a cargo de la Fiscalía Criminal y Correccional Federal n°6, solicitó el procesamiento de una mujer acusada de trata de personas con fines de explotación sexual, en el marco de una investigación por una red de prostitución VIP. Se trataría de la socia de Walter Alejandro Soto, quien ya se encuentra procesado por el mismo delito, y sobre quien el representante del Ministerio Público Fiscal solicitó la ampliación de indagatoria por comercialización de estupefacientes.

En su presentación, Delgado también solicitó que se reciba declaración indagatoria a otras cuatro personas que habrían participado en los hechos bajo investigación, al tiempo que reclamó se profundice la pesquisa en relación a varias más que podrían estar involucradas en los hechos investigados.

Se trata de una red que estaría conformada, principalmente, por Soto y su socia. Ambos se dedicarían a captar mujeres jóvenes a través de promesas de trabajos en el extranjero, de eventos a los cuales asistirían personalidades famosas y, en síntesis,  de “un mundo lleno de privilegios”. Según Delgado, existen pruebas suficientes que dan cuenta que dos de los imputados ejercían un “claro control” sobre las víctimas, “toda vez que ellos eran quienes les pagaban los pasajes para viajar y los gastos generados durante la estadía, con el objeto de mantenerlas “trabajando para ellos” y que “les sean fieles”.

Para el representante del Ministerio Público Fiscal, el comportamiento de Soto y sus cómplices se ve “acuñado” en la figura de trata de personas ya que considera que hubo una captación de mujeres con fines de explotación sexual. “Se probó que las personas investigadas cosificaban a las mujeres para extraer beneficios. Generan las circunstancias necesarias para colonizar la subjetividad y transformar a las víctimas en una herramienta de las que obtienen beneficios. Y ello es así porque la explotación no se puede reducir a un fenómeno tan solo económico. La explotación atraviesa a la existencia y se verifica siempre y cuando un ‘señor’ se sirve de otro cuya voluntad fue expropiada por las condiciones de existencia que generó ese ‘señor’”, consignó la presentación.

Fue a partir de la investigación realizada por la fiscalía, que pudo establecerse que Soto se movía socialmente en lugares exclusivos de la Ciudad de Buenos Aires y rodeados de reconocidos personajes del ámbito del espectáculo local e internacional.

Sobre la supuesta ausencia de la situación de vulnerabilidad de las mujeres explotadas, Delgado subrayó que “hay que ir un poco más allá” del sentido estricto de la palabra y trasladarlo al ámbito de la trata de personas. En esa línea, afirmó que “se hiere la subjetividad, se quiebra la capacidad de auto-denominarse, la chance de decidir, porque hay una asimetría derivada de una situación de dominación anclada en el contexto socio económico que se traduce en que el dominante coloniza la subjetividad del dominado y éste se convierte en una cosa u objeto que responde a la voluntad del otro”. De esta manera, la vulnerabilidad “tiene que ver con una situación de subjetividad quebrada, con la negación del sujeto, ya que la persona se transforma en una mercancía explotada”, concluyó el fiscal.

La red

Según la investigación, la socia de Soto sería la encargada, en muchos casos, de organizar los encuentros entre las mujeres y los “clientes” (que ella en muchas ocasiones conocía). Además, participaría junto a Soto en la captación y adoctrinamiento de las jóvenes, ambos las presionarían para que reduzcan o rechacen toda actividad laboral ajena a las propuestas por ellos y, además, cubrirían los gastos de los viajes que les ofrecían, que incluían pasajes de avión y estadía con el objetivo de que estuvieran siempre disponibles para ellos.
Además de los dos principales imputados, la red funcionaría con la participación de al menos siete personas más con un rol diferente cada uno: una mujer que cumpliría funciones como directora artística de la productora “We Love it” y que tendría chicas “trabajando” para ella; otros dos hombres que trabajarían como relacionistas públicos de dos reconocidos locales nocturnos (cada uno también tendría mujeres “trabajando” para ellos y las “compartirían” con el principal imputado); mientras que otro trabajaría en conjunto con los principales imputados y tendría contacto directo con las mujeres explotadas. En tanto, otro de los integrantes de la banda funcionaría como vínculo entre los “clientes” y Soto, en particular entre los denominados “Vip”.

Origen del caso

La investigación por la red de prostitución VIP  se originó luego de que la División Antidrogas Urbanas de la Policía Federal Argentina recibiera una denuncia anónima que daba cuenta de la posible comercialización de estupefacientes en el barrio porteño de La Boca.
Luego de una serie de tareas de investigación, personal del Área de Investigaciones Criminales de la Policía Metropolitana observó una maniobra de “pasamanos” entre dos hombres, uno de los cuales sería Soto. Por ese motivo, el juez de la causa dispuso la intervención de teléfonos celulares de ambos mediante los cuales se pudo comprobar que uno de ellos se dedicaría a captar mujeres para explotarlas con fines de explotación sexual.