Uno de los acusados por el crimen del diácono repitió que se defendió de un ataque

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Uno de los detenidos por el crimen del diácono Guillermo Luquin, ocurrido en la localidad bonaerense de Temperley, reiteró ante la Justicia la misma confesión que grabó en un video antes de entregarse, cuando dijo que lo mató al defenderse de un ataque sexual, informaron hoy fuentes judiciales.

Se trata de Roberto Javier Céspedes (19), quien ayer fue el único de los dos imputados que aceptó declarar al ser indagado por los fiscales Carlos Baccini y Gerardo Mohoraz, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 6 de Lomas de Zamora.

El otro detenido y pareja de Céspedes, Leonel Iván Martínez (20), optó por negarse a declarar aunque le dijo a los fiscales que lo hará en los próximos días.

“Relató la misma secuencia del video. Contó que cuando fue al cuarto, el diácono estaba desnudo y comenzó a abusarlo, que hubo un forcejeo con un cuchillo y que en esa pelea él lo mata”, dijo un vocero judicial.

La misma fuente comentó que Céspedes tuvo “contradicciones e inconsistencias” cuando los fiscales comenzaron a hacerle repreguntas sobre algunos detalles y a exhibirle fotos de la escena del crimen y datos de la autopsia que no coincidían con su relato.

“Dijo que lo hirió en el cuello torciéndole la muñeca cuando el diácono empuñaba el cuchillo y eso no se condice con la gran cantidad de cortes y golpes que presenta la víctima. Después afirmó que el hecho ocurrió en el piso y sabemos por la sangre hallada en el colchón que el crimen fue sobre la cama”, agregó la fuente consultada.

El imputado se encargó también de desligar a su novio del hecho al asegurar que sólo tuvo una participación secundaria cuando al salir del baño y ver que Luquin lo estaba agrediendo, fue quien tomó el velador y lo golpeó en la cabeza.

Céspedes resaltó que nunca tuvo la intención de matarlo, que sólo se defendió y que si en ese momento no llamó a la policía o a nadie para pedir ayuda o denunciar lo que había sucedido, fue porque estaba asustado.

También negó ante los fiscales haberse llevado el celular, la billetera o algún otro elemento de la casa y, como al retirarse dejó las llaves colocadas en la reja del lado externo, planteó la posibilidad de que una cuarta persona haya ingresado a la casa para tomar esos elementos y modificar la escena del crimen.

Tanto Céspedes como Martínez quedaron detenidos imputados por “homicidio simple en concurso real con robo calificado por el uso de arma blanca”, detallaron las fuentes.

Luquin era empleado bancario y diácono de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, de la Diócesis de Lomas de Zamora.

Como el domingo no fue a la iglesia, su sobrino fue hasta su casa situada en Bombero Ariño 829, de Temperley, y lo halló asesinado cerca de las 12.30.

El cadáver estaba desnudo y envuelto en sábanas y la autopsia determinó que fue degollado y que presentaba otros cortes en el cuerpo, signos de defensa y un fuerte golpe en la cabeza.

Una huella dactilar hallada en una copa de cristal identificó a Céspedes como sospechoso y cuando los investigadores lo estaban buscando, se entregó en la comisaría 8va. de Villa Galicia junto a su novio Martínez para hacerse cargo del homicidio.

En un video que grabó antes de su entrega y fue difundido por su familia, Céspedes dijo que el diácono lo acosaba desde que tenía 15 años y que esa noche lo invitó a su casa junto a su novio para charlar porque “se sentía muy solo”.

Explicó que el diácono le dijo que fuera a su habitación para mostrarle unos cuadros y que allí lo encontró masturbándose desnudo, se le fue encima, le bajó el pantalón y le introdujo “un dedo en la cola”, lo que motivó un forcejeo con un cuchillo que terminó en el homicidio.