Una pareja se arrojó por la ventana de su casa para huir de una entradera

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En el Barrio Angosto de la ciudad de La Plata los vecinos aseguran que “al que no le robaron una vez, le robaron dos, pero acá no se ha salvado nadie”.

Los casos son reiterados. Hasta Leandro, un vecino del lugar, “se fue a vivir a Mar del Plata” después de sufrir varios hechos de inseguridad, cuentan.

El caso de Joaquín y su novia, ocurrido en la madrugada del sábado, se sumó a los sucesos que tienen en vilo a los frentistas de ese sector de City Bell. Y no estuvo exento de situaciones “fílmicas”, tal cual las calificó el damnificado, según publica el Diario El Día.

La pareja, junto a sus dos perros, viven en el predio de 29 y 477 desde hace un año y medio. Y fueron los dos animales los que les alertaron de que algo extraño estaba ocurriendo en el jardín de entrada de la casa.

La perra, “que ladra sólo por cosas importantes”, aseguró Joaquín, detectó la llegada de los dos intrusos. Ante el insistente llamado a sus dueños, el joven se levantó de la cama y se asomó por la ventana del baño que está ubicado en la planta superior de la vivienda.

Por esa abertura alcanzó a divisar cómo los desconocidos -a los que no pudo individualizar por la falta de luz- sorteaban la reja de entrada.

Como medida disuasoria, les gritó. Los hombres, sin inmutarse, siguieron su paso, vociferando a modo de respuesta.

“Empezaron a insultar al aire, a viva voz, sin importarles nada”, refirió la víctima. Estaban con los rostros descubiertos y, una vez frente a la puerta, la derribaron a patadas.

“A todos los vecinos les robaron en algún momento. Está complicada la zona”

El miedo se apoderó entonces de los dueños de casa. Ambos individuos se mostraban “súper violentos” y actuaron con una impunidad asombrosa.

La mujer, completamente asustada, no lo pensó: abrió uno de los ventanales que dan a la calle y se arrojó, lastimándose la cara en el proceso.

Joaquín, por su parte, esperó agazapado unos segundos para cerciorarse de que los ladrones subirían hacia ellos. Cuando escuchó los pasos en la escalera, siguió el ejemplo de la joven y saltó.

Apenas aterrizó, la pareja salió corriendo en direcciones opuestas, cada uno hacia una vivienda contigua para buscar ayuda.

Con los propietarios fuera del inmueble, los delincuentes comenzaron a recoger todo lo que pudieron.

“Se llevaron plata, agendas, billeteras, cualquier cosa que consiguieran cargar con sus manos. Parecían Papá Noel”, indicó Joaquín. “Fue todo muy rápido y muy de película”, añadió.

“Lo más notorio”, refirió, fue que “escaparon caminando tranquilos, no corrieron en ningún momento”.

En tanto, uno de los frentistas a los que acudieron por auxilio se cruzó con los malvivientes en su camino de huida.

Al interpelarlos, éstos arrojaron algunos de los artículos robados y continuaron a pie, “como si nada”.

Con el botín restante, cruzaron el arroyo por un puente peatonal y tomaron por calle 29, en dirección a 480.

Quienes viven en el barrio cerrado como así también aquellos que habitan las casas linderas a éste, aseguran que la zona “se puso muy difícil”.

La mayoría de los hechos se asimilan: entran a la noche o la madrugada, reducen a los moradores y saquean los hogares.

Luego, huyen, “con una impunidad que asusta”.