El hombre hallado muerto en el baúl de su auto tenía 20 puñaladas

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Ernesto Bensousan (37) vivía con sus padres en el predio de una hectárea que compartían en Pilar: él ocupaba uno de lo departamentos que habían construido para alquilar en una parte del terreno -su principal ingreso económico- mientras que su mamá y su papá se acomodaron en la casa principal. Ese fue el punto de encuentro de todos sus amigos no bien se enteraron del crimen.

El cuerpo de Bensousan fue hallado el domingo de Pascuas en el baúl de su auto por un vecino al que le llamó la atención no sólo que un Chevrolet blanco llevara más de 24 horas estacionado en la cuadra de Pedro de Mendoza, entre Congreso y Constitución, en Pilar; sino también que del coche saliera olor feo y hubiera manchas de sangre en la parte trasera.

Cuando ese vecino pateó el baúl, halló el cuerpo en su interior y enseguida llamaron a la Policía. “Estaba desnudo, tenía la cabeza envuelta en film, había sido goleado y apuñalado”, según confiaron fuentes de la investigación al diario Clarín. También admitieron que están convencidos de que el asesinato “no se dio en el marco de un robo”.

Los datos preliminares de la autopsia determinaron que Bensousan recibió 20 puñaladas: 10 en la cabeza y otras tantas en el resto del cuerpo.

Tras conocer la trágica noticia, a la mamá de Bensousan la tuvieron que sedar y el padre quedó en shock. La víctima, que tiene una medio hermana que vive en San Luis, era el hijo único del matrimonio y sus últimas horas fueron reconstruidas por sus amigos.

El auto de la víctima encontrado por la policía tras el llamado al 911 de una vecina.
El auto de Bensousan. Su cadáver apareció en el baúl del coche.

“El viernes pasado nos juntamos con Erne y otro amigo a las 18 y nos fuimos a andar en bici. Cortamos tipo 20.30 porque quedamos en ir más tarde a cenar. Cuando lo llamamos para arreglar nos dijo que le dolían las rodillas y se quedaba en su casa”, le contó un amigo de Bensousan.

Ambos se conocían desde hacía 18 años. El viernes 30 de marzo, mientras pedaleaban, hablaron de la vida, se rieron mucho. “Me contó que estaba solo y que la pasaba bien así. Era un loco bueno, sano, súper independiente, comía lo que tenía, se ponía lo que tenía, siempre estaba cuando lo necesitabas y tenía amigos por todos lados. Era un ser libre”, lo recordó aún shockeado por el asesinato.

Pero algo pasó y Bensousan cambió de plan ese Viernes Santo: en lugar de quedarse en su casa, aceptó la propuesta de otro amigo, que lo pasó a buscar en su coche un rato más tarde para ir a cenar. Como a la 1.30 del sábado, se despidió de él, según consta en la investigación. Le habría comentado que se vería con dos chicas, aunque no es la única hipótesis que se sigue en la causa.

Lo cierto es que unas cinco horas y media después de que su amigo lo despidiera en la puerta de su casa de Antártida Argentina al 400, en Pilar, los vecinos de Pedro de Mendoza al 1600, a unas 20 cuadras de distancia, recuerdan haber visto por primera vez el Chevrolet Corsa blanco estacionado en la cuadra, el mismo que al día siguiente que se convertiría en la escena del crimen.