“Todavía falta que decidan lo mismo con los otros dos”, advirtió ayer Gustavo Melmann, conforme luego de que un juez le negara el beneficio de las salidas transitorias a uno de los tres policías condenados hace 15 años por haber violado y asesinado a Natalia, su hija, que tenía 15 años, cuando sufrió ese ataque mortal en el Vivero Dunícola Florentino Ameghino, de Miramar, el 4 de febrero de 2001.
La resolución de la víspera alcanzó a Oscar Echenique, que se presentó ante el Tribunal de Ejecución Penal con intenciones de alcanzar una morigeración de la pena que cumple en la Unidad Penal 15 de Batán. Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez, los otros dos ex oficiales condenados por este hecho, afrontarán similares audiencias con idéntico petitorio durante las próximas semanas, el 5 y el 12 de octubre.
Los tres fueron sentenciados en 2002 a prisión perpetua como coautores de los delitos de “privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y con el concurso de dos o más personas”.
“El Código Penal prevé que por estas penas no pueden salir y así lo debería confirmar la Justicia con todos”, dijeron Gustavo Melmann y su esposa, Laura Calampuca, al salir de la audiencia que compartieron en la misma sala con Echenique y su defensora, Patricia Perelló; el representante de la Fiscalía de Ejecución Penal, y el juez Ricardo Perdichizzi, el mismo que en 2011 había concedido salidas transitorias a Anselmini.
Laura Calampuca recordó que incluso con los policías detenidos han tenido que afrontar momentos muy duros en Miramar, su lugar de residencia. “La mayoría de nuestra familia tuvo que emigrar por las amenazas que sufrimos del entorno de los condenados y la presencia de otros dos policías que fueron culpables y no recibieron pena”, dijo ayer al diario La Nación.
Los Melmann han denunciado públicamente, en estos años, que sufren intimidaciones frecuentes, incluidos disparos en la puerta de su casa. También, la vandalización ocasional de la tumba de Natalia e incluso el incendio del santuario que la recordaba en la reserva.
“A mi hija le hicieron lo peor que le podrían haber hecho a una persona. Ya nadie podrá devolverle la vida; por eso no podemos permitir convivir en las mismas calles con femicidas, violadores y torturadores. Deben cumplir su condena”, reclamó ayer Gustavo Melmann.
La familia advirtió que Casación todavía tiene pendiente de resolución un pedido de revisión de la sentencia presentado por la defensa de los policías en febrero.
Natalia Melmann fue secuestrada, violada y asesinada el 4 de febrero de 2001. Sus restos fueron hallados cuatro días después, debajo de una pila de hojas en un lugar de la reserva que supuestamente había sido rastrillado por la policía cuando aún había esperanza de encontrar a la chica, que había desaparecido cuando volvía a su casa después de haber ido a bailar.
Por el hecho fue condenado Gustavo “Gallo” Fernández, considerado “entregador” de la víctima. Recibió una condena de 25 años de cárcel, pero ya recuperó la libertad y trabaja como albañil en Miramar. El matrimonio Melmann reclama, además, que Ricardo Panadero, otro policía al que considera cómplice del femicidio, sea enjuiciado y condenado.