Gitanos chocaron a la salida de una fiesta de 15 y generaron un escándalo

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Un accidente de tránsito en el barrio porteño de Palermo terminó en escándalo cuando un grupo de gitanos intentó agredir a periodistas y policías.

En Salguero y la Costanera Rafael Obligado, un BMW blanco chocó de frente con un Renault Sandero. En el auto alemán iban el gitano Jorge Luis Miguel, de 35 años; su hija, que acababa de festejar su cumpleaños de 15, y otros familiares. En el otro, un hombre solo, de 67 años. El golpe fue fortísimo, y los dos conductores terminaron con lesiones que obligaron a los médicos del SAME a llevarlos al hospital Fernández.

Rápidamente llegaron al lugar del incidente otros dos vehículos, todos con familiares y amigos de los del BMW, todos zíngaros, también. Y la policía. Y curiosos. Y los móviles de TV. Ante la presencia de las cámaras, los gitanos reaccionaron: hubo amenazas e, incluso, patadas contra los movileros. Al cronista de C5N Néstor Dib lo amenazaron con matarlo si su equipo seguía filmando.

Los efectivos de la comisaría 23» tuvieron que intervenir para devolver las cosas a su cauce. Tras la escaramuza, uno de los gitanos fue detenido por resistencia a la autoridad. Ése hombre, de 37 años, tenía una Glock 9 mm y una Bersa calibre .40; tenía permiso de tenencia de la primera, pero ninguna habilitación respecto de la otra pistola. Le incautaron ambas. Hoy será indagado por el juez porteño Luis Alberto Zelaya por el delito de portación ilegítima de arma de guerra.

Mientras eso ocurría, una parte del grupo de gitanos escapó del lugar en un VW Bora. Pero ellos también iban a chocar, en Sarmiento y la Costanera. Dejaron el auto allí, malherido, y se fueron.

No iba a ser el único auto que debería secuestrar la policía en esa rara mañana: otro grupo andaba en un Smart que no tenía patentes; una rápida verificación arrojó que ese auto estaba impedido legalmente para circular.

En tanto, en el baúl del BMW había sorpresas: 9900 dólares y gran cantidad de joyas; se presume que era parte de los regalos que le habían dado a la hija de Miguel en la fiesta, que según allegados a su familia tuvo 500 invitados. Más tarde se descubriría, en el hospital Fernández, que el hombre llevaba bajo su ropa un guardavalores donde tenía más plata. Según fuentes policiales, en total tenía más de 30.000 dólares, 83.000 pesos, cadenas de oro y de plata, un collar de perlas, anillos y pulseras y tres Rolex.

Pero cuando parecía que el suceso quedaba en la simple anécdota, así como se conoció que el hombre que portaba las dos pistolas tenía antecedentes por resistencia a la autoridad, saltaron también los antecedentes de Jorge Luis Miguel.

No eran lejanos: en enero tuvo su “momento de fama” cuando, en pleno Operativo Sol, la policía bonaerense informó que había desbaratado en Pinamar una banda de gitanos que entraba en casas del balneario cuando sus moradores ocasionales estaban en la playa y sustraían elementos de valor.

Llegaron hasta ellos gracias al rastreo del localizador satelital de un iPhone 6 que había sido robado. El celular apareció en una casa de la avenida del Libertador y De la Retama, en Pinamar Norte, donde había dos mujeres que fueron demoradas. Hasta allí llegaron tres allegados a las damas, que se trenzaron en lucha con los policías hasta que, finalmente, fueron reducidos y detenidos.

Hubo otros dos allanamientos: uno, en una lujosa vivienda de Nautilus y Del Olimpo, donde estaban Jorge Luis Miguel, su mujer y sus hijos; y el otro, en De las Burriquetas al 4100, donde estaba una mujer de 27 años, paraguaya, empleada doméstica de la familia. Entre todos los procedimientos se recuperaron cuatro iPhones, tres valijas, prendas de todo tipo y artículos electrónicos.

Según informó en ese momento la policía, las familias gitanas habían alquilado esas viviendas e inmediatamente comenzaron los robos en las casas de la zona. Algunos vecinos los reconocieron y afirmaron que los habían visto por allí en veranos anteriores. Esa vez, Miguel recuperó la libertad. Ahora sumó otro problema.