Tráfico de éxtasis: con señuelos prueban los controles en el país

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El ingreso de algo más de 20 kilogramos de éxtasis en una semana por el aeropuerto internacional de esta capital alertó a las autoridades sobre una nueva puerta en el país para las drogas sintéticas.

Para los investigadores se trata de “señuelos o carnadas” con los que las organizaciones internacionales dedicadas al tráfico de metanfetaminas sondean la capacidad de control en las entradas para enviar, o no, nuevos cargamentos.

Otro aspecto que resulta clave en estos casos es que, sin orden del juez, el personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) no puede acompañar al detenido hasta el hall para identificar a quien lo espera, lo que la mayoría de las veces impide avanzar hacia escalones superiores en las redes de tráfico de drogas.

“No detenemos a nadie, nos quedamos sólo en el narcomenudeo porque una demora de media hora implica que el que espera se va”, se quejó ante el diario La Nación un integrante veterano investigador de la PSA. Las normas de procedimiento establecen que, una vez detectada la droga, los agentes deben consultar al fiscal y al juez federal de turno y así obtener una orden judicial para acompañar al pasajero y tratar de identificar a sus contactos.
“De manera urgente hay que enviar la orden o bien dejarla registrada telefónicamente, sino no pueden salir de la sala”, confíó un funcionario de la justicia federal, que admitió que esos minutos son importantísimos para que quien espera, huya porque supone que el transporte fue interceptado.

Otra posibilidad -especuló el funcionario es que, identificada la carga, la PSA no actúe de inmediato y siga “discretamente” a quien la ingresa. “Deja salir y después actúa; es un juego de tiempos muy riesgoso ya que después la defensa puede voltear el procedimiento”, reconoce.

Un lunes pasado, a la madrugada, un ciudadano británico ingresó con 11 kg de pastillas de éxtasis unas 70.000 unidades- y había embarcado en Ámsterdam y luego hizo una escala en Río de Janeiro. Cinco días antes, una mujer de 24 años entró con 9,6 kg 40.000 unidades- y también venía de Holanda, previa escala en Madrid y Brasil. Ayer, por Ezeiza, un colombiano buscó pasar 7.000 pastillas, pero fue atrapado.

En los dos primeros casos la droga estaba en un doble fondo del equipaje. “Casi a la vista -describe un agente que participó del control-. Uno diría que era hasta ingenua la manera en que intentaban ingresar esa cantidad, no había manera de no detectarla.”

Ahora, esta modalidad impulsa la hipótesis de que hay organizaciones que están haciendo inteligencia a través de las mulas. “La percepción es que -como sucede también con las drogas no sintéticas a veces mandan a una mula de ‘carnada’ y vienen otras mulas en otros vuelos. Es una forma de verificar cómo funcionan nuestros controles de seguridad, de probar nuestra eficacia. Son redes muy preparadas, con recursos y dispuestas a perder un cargamento que, a valor de mercado, son unos 500.000 dólares. Parece mucho dinero, pero el negocio que manejan es mucho más grande”, confió un investigador de la PSA.

En el III Congreso Internacional de Alta Seguridad, que se realizó aquí el último fin de semana, especialistas mexicanos y colombianos coincidieron en que hoy la rentabilidad de las drogas sintéticas es más alta que la de las tradicionales.

“Se producen en espacios chicos y de forma barata; cultivar cocaína o marihuana requiere de una escala mayor para que sea negocio; las sintéticas cambiaron el modelo y tienen una demanda en crecimiento”, coincidieron los analistas.

Desde la justicia federal y la PSA señalan que, hasta hace poco, Argentina era puerta de salida de drogas; ahora entra. Un fiscal grafica el esquema con el “cuento del camionero”: crece la alegría cuando se hace un viaje para llevar algo y se vuelve cargado.

“Es probable que se busque completar el circuito, entran con sintéticas que se producen poco en el país y salen con cocaína o marihuana”, describe. Ese sería el círculo que las organizaciones intentan armar ahora en la Argentina.

El fiscal federal Gustavo Vidal Lascano, a cargo de los dos operativos en Córdoba, confirmó que analizan si las dos mulas son de una misma red. “Llama la atención que la Argentina sea un mercado de tanto consumo de éxtasis, una droga normalmente vinculada con las fiestas electrónicas, no a los barrios más populares.”

La mujer detenida con pastillas la semana pasada tiene 24 años, una beba de cuatro meses y traía cien euros. “Siempre es gente vulnerable, que los dejan en banda si se les complica el panorama. Los entusiasman tirándoles unos pesos y los están usando para testear qué pueden hacer luego”, apuntó un oficial de Aduana.