Prisión perpetua a portero por el femicidio de su esposa en Belgrano

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Un portero fue condenado a prisión perpetua por el femicidio de su pareja, quien murió en septiembre del año pasado tras ser rociada con alcohol y prendida fuego en un edificio del barrio porteño de Belgrano, informaron fuentes judiciales.

Se trata de Mario Figueroa (43), quien fue hallado responsable del “homicidio agravado por el ví­nculo y por haber mediado violencia de género” de Marcela Poiman (41).

La condena fue impuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 24 porteño, integrado por los jueces Marcelo Alvero, Marí­a Cecilia Maiza y Raúl Horacio Llanos, y coincidió con la solicitada por el fiscal Santiago Vismara.

Los magistrados, además, rechazaron el pedido de inconstitucionalidad de la prisión perpetua que había planteado la defensa y ordenaron que se investigue por falso testimonio al hijo de la ví­ctima, su novia y otras dos mujeres, informó la página Fiscales.

El hecho que se debatió en el juicio se registró el 4 de septiembre de 2015 en el octavo piso de Virrey del Pino al 2500, de Belgrano, donde el portero vivía con Poiman y sus dos hijos.

Cerca del mediodí­a, la pareja mantuvo una discusión y según dio por acreditado el fiscal, el portero roció a su mujer con alcohol etí­lico y luego la prendió fuego, provocándole quemaduras en el 40 por ciento de su cuerpo.

Tras resultar malherida, la ví­ctima fue trasladada al Instituto del Quemado, donde murió veinte dí­as después a causa de “congestión, edema pulmonar y quemaduras graves”.

En su descargo ante el TOC 24, el acusado reconoció que hubo una pelea con su pareja por la compra de un teléfono celular, pero sostuvo que en medio de esa discusión, la ví­ctima “se encerró en su cuarto a fumar y que minutos después la escuchó gritar ‘¡me quemo!'”.

En la etapa de alegatos, Vismara desestimó esa versión y citó un informe de la asociación civil “La Casa del Encuentro” en el que se señala que “las ví­ctimas de estos ataques son llevadas al hospital, donde tiene que ser dormidas, inducidas al sueño para soportar el dolor y tratamiento y muchas veces mueren en silencio sin poder contar lo ocurrido”.

También dijo que los atacantes dan “versiones absurdas” cuando se trata de este tipo de femicidios: supuestos suicidios, accidentes domésticos y que el agresor siempre tiene las manos quemadas “como forma de demostrar que quiso detener el fuego”.

Recordó las similitudes entre este caso y el de Wanda Taddei (29), atacada por su marido, el baterista de la banda Callejeros, Eduardo Vásquez (41), en febrero de 2010 y que murió dí­as después, en el Instituto del Quemado, sin poder contar lo ocurrido.

Respecto de Figueroa, consideró probado que Figueroa mató a su esposa y repasó los testimonios de algunos vecinos, entre ellos una madre y su hija que contaron que eran habituales las peleas entre ellos, las que calificaron de “un clásico”, y que ese dí­a se escuchó una discusión.

Los vecinos coincidieron en que cuando comenzó a incendiarse su casa, Figueroa les pidió que llamaran a los bomberos, pero -remarcó el fiscal- “no pidió ambulancia, no nombró a su esposa y no mostró preocupación por su pareja”.

“Estaba preocupado por el perrito y se lo entregó a una vecina para que lo cuide como a un hijo”, destacó.

Los tres policías que fueron al lugar contaron que Marcela estaba sin ropa, con todo el cuerpo quemado y que le salía humo cuando la encontraron.

Los tres destacaron que Figueroa apareció después porque supuestamente habí­a ido a buscar una manguera (aunque habí­a un matafuegos en el lugar) y que estaba muy tranquilo.

Ya en la planta baja, el encargado contó que a su esposa se le habí­a caí­do una botella de alcohol mientras fumaba y que él intentó ayudarla.

Sin embargo, el informe de Bomberos señaló que el incendio fue causado por una “sustancia lí­quida acelerante que participó de la combustión” cuyos vapores se mezclaron con “algún elemento de llama libre”, como puede ser un fósforo o un encendedor.

Del análisis de los restos que se encontraron en el cuarto, se identificó un hidrocarburo (un solvente o diluyente), mientras que en las prendas secuestradas se halló alcohol etí­lico.

Explicó el fiscal que por las zonas en las que resultó quemada la ví­ctima, el alcohol tuvo que serle arrojado mientras estaba de frente, lo que generó que la ropa de Figueroa se salpicara con la sustancia.

Para Vismara, Poiman era ví­ctima frecuente de episodios de violencia fí­sica y psicológica: Figueroa la golpeaba desde que se casaron, intentaba ahogarla y le tiraba del pelo, incluso delante de sus hijo.

“La denigraba, la trataba de puta, de inútil, de muerta de hambre”, enumeró, en base a lo declarado por testigos y recordó que en 2012 Poiman lo había denunciado, pero terminó beneficiado con una “probation”.