El concejal platense Oscar Vaudagna y sus familiares se despertaron ayer sobresaltados con ruidos que en un principio les resultaron extraños, aunque no tardaron casi nada en descubrir el origen. Llegaban desde la puerta principal, que delincuentes pretendían abrir a las patadas, aunque no pudieron.
Lo intentaron varias veces, hasta que decidieron escapar sin concretar el objetivo. De la casa no se llevaron nada, pero dejaron a sus propietarios aterrorizados.
“Creo que no tiene nada que ver con mi cargo”, aclaró de arranque el concejal del Frente Renovador, convencido de que se trató “de un episodio de inseguridad más, como los tantos que viven a diario los vecinos de la Ciudad”.
Según contó el propio Vaudagna al diario El Día, el hecho ocurrió alrededor de las 2.30 de la mañana, “en la zona de 17 y 70” (prefirió no precisar la dirección), en la casa donde viven “desde hace muchísimos años” y en ese momento dormían él, su mujer y sus tres hijos.
Al escuchar el estruendo de las patadas contra la puerta principal, los moradores saltaron de la cama y comprobaron que quienes intentaban acceder a la propiedad eran dos jóvenes con gorrita, que se movilizaban en una moto.
“Se abrazaban para arremeter” contra su objetivo “como si fuera un scrum”, describió Vaudagna. Lo intentaron un par de veces, y, frustrados, probaron suerte con el portón.
Como no pudieron forzar ninguna de las dos aberturas, decidieron escapar del lugar con las manos vacías y en la misma moto en la que habían llegado.
Habían pasado desde entonces no más de dos minutos, que para el concejal y los suyos resultaron eternos. Después de que activaron el pulsador de la alarma y llamaron al 911 arribaron al lugar policías del Comando de Patrullas y también de la empresa de monitoreo. Las cámaras de seguridad registraron la escena, material que ya fue entregado a los investigadores.
La modalidad conocida como de “patachorros” se volvió frecuente meses atrás, sobre todo en viviendas de la zona Norte, aunque la banda que concretó varios golpes con esta mecánica derribaba las puertas con un ariete, como los que usa la policía en los allanamientos.