“Estoy convencido que mandaron a matar a mi mujer por motivos políticos”, dijo el intendente de La Calera

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Intendente Diego Lorenzetti.

El intendente de la localidad puntana de La Calera dijo que no denunció las amenazas que sufrió días antes del crimen de su esposa porque pensó que sólo buscaban asustarlos y que “nunca se iban a meter” con su mujer, al tiempo que reiteró que está convencido de que “la mandaron a matar” por motivos políticos y aportó nombres de sospechosos.

“Le dije a la jueza (Virginia Palacios) que no había radicado ninguna denuncia porque eran amenazas cortas, de números privados y no eran muy seguidas. La última había sido hace veinte días, más o menos”, relató esta tarde al canal TN, el jefe comunal Diego Lorenzetti (38), marido de la asesinada Romina Aguilar (32).

Consultado sobre el mensaje de esos llamados, el intendente respondió: “Me decían que me vaya del Departamento (Belgrano, al que pertenece La Calera)” y agregó: “Nunca pensé que se la iban agarrar con ella”.

En ese sentido, Lorenzetti contó que no había tomado ninguna medida preventiva a raíz de las amenazas: “Yo pensé que eran sólo para asustarnos, nada más”.

“Lo que más quiero es que haya Justicia y que caiga quien tiene que caer, sea de donde sea”, continuó el jefe comunal, quien dijo que ya declaró durante “tres horas” ante la jueza de la causa a la que le dio nombres de quienes él sospecha.

Al referirse a los sospechosos, aclaró que no son de La Calera, sino “del departamento”, el cual, según él, tuvo un “crecimiento muy grande” bajo su gestión y “eso a algunos no les caía bien”.

“Hay cosas de las que yo no puedo hablar”, se excusó el intendente que esta mañana le solicitó a la Justicia que le asignen una “custodia” porque tiene miedo.

“Yo no tengo problemas con nadie. Los otros tienen problemas conmigo”, señaló Lorenzetti, quien dijo estar “contento” con la labor de la magistrada.

“La jueza no descarta ninguna hipótesis y me parece muy bien pero yo tengo algo puesto en la cabeza y sé que es así”, afirmó.
Respecto del hecho, el intendente contó que él estaba dentro de la casa, descansado cuando su esposa se levantó y salió en la camioneta para a asistir a clases en La Calera.

“La ejecutaron. A ella la mandaron a matar”, opinó el jefe comunal que aclaró que su esposa “no se metía en política” y “no tenía problemas con nadie”.

“Estábamos en una etapa de algo que yo esperaba hace años: el embarazo de ella. Hace seis, siete meses que estábamos buscando el segundo hijo”, relató el intendente que confirmó que Aguilar estaba “embarazada de tres semanas”.

Por otro lado, Lorenzetti rechazó las versiones de que el crimen pudiera estar vinculado a su actividad comercial privada.

“Desde 2007 que tengo caballos de carrera y no puede ser que ahora que estoy en la política sea un delito tenerlos”, dijo en referencia a la versión de un posible “ajuste de cuentas por el juego”.

romina aguilar 4

“Si yo tengo una deuda, vendo mi fábrica de hielo, mi empresa, tengo tres vehículos, cinco casas, o sea, es ridículo el que dijo eso (…) No debo ni me deben. Tengo las deudas que tiene todo el mundo, todos los meses. Jamás perdí plata en el juego”, aseguró Lorenzetti, quien dijo que no sospecha de nadie del mundo del turf.

Por último, el intendente dijo que a raíz del crimen se va a mudar de la casa donde residía junto a su mujer y la va a “vender” por que su hijo de 15 años “se quiere ir urgente”.

Además, pidió “hablar en privado” con el dirigente justicialista Alberto Rodríguez Saá para definir su futuro político.

En tanto, la jueza Palacios dijo esta mañana a la prensa que Lorenzetti “supone que (el móvil del crimen) es por una cuestión de índole personal que atañe a su persona, pero sería una causa política y no una por una deuda de juego”.

El crimen de Aguilar fue cometido alrededor de las 6.40 del sábado pasado, en la puerta de la casa 1 de la manzana 78 del barrio FAECAP, en el norte de la ciudad de San Luis, donde la mujer residía junto a su familia.

En momentos en que la mujer acababa de sacar su camioneta Renault Duster negra para viajar a La Calera, donde cursaba el final de la escuela secundaria a través del programa Plan de Inclusión Educativo (PIE), fue sorprendida por dos jóvenes armados que iban en moto.

Los agresores la tomaron de la ropa, la arrastraron unos diez metros por el suelo, le dispararon dos balazos y escaparon en el mismo rodado en el que llegaron y sin robar nada.