El narco sin nombre: fue condenado bajo dos identidades

1672

Cuando los jueces pidieron que se pusiera de pie Luis Avelino Esquivel, dos personas se pararon en la sala de audiencias de los tribunales federales de Rosario. Uno era un hombre canoso, robusto, de baja estatura, que estaba sentado entre los diez acusados de pertenecer a una banda narco que enviaba cocaína a Europa y Oceanía, y que ya había cumplido una condena de tres años y seis meses por narcotráfico en San Pablo. El otro era un comerciante que vive en Quilmes, donde se dedica a reciclar envases plásticos, tiene tres hijos, un Renault 19 bastante averiado y nada tiene que ver con la venta de drogas.

Acorralado, el hombre canoso de 63 años terminó por confesar que su verdadero nombre no era Luis Avelino Esquivel, que no era argentino, sino colombiano, y que su identidad era Oscar Patiño Rey, quien había usurpado un DNI que compró por 3000 dólares en 2006 a través de un contacto dentro del Ministerio del Interior de la Nación.

Los jueces Beatriz Barabani, Omar Digerónimo y Ricardo Vázquez condenaron a los diez integrantes de la organización y en el veredicto quedó registrada una rareza. Ese hombre fue sentenciado a nueve años de prisión y fue consignado con los dos apellidos: Patiño y Esquivel.

Los magistrados escribieron ambos nombres en la sentencia porque persisten dudas sobre su verdadera identidad. “Si mintió durante once años, por qué no lo va a seguir haciendo”, contó uno de los funcionarios de los tribunales federales.

Se envió una muestra de la huella dactilar del dedo índice derecho a la división de Interpol en Colombia y se confirmó que coincide con la del pasaporte 19.347.220 a nombre de Oscar Patiño Rey. Pero eso no quiere decir que la persona juzgada en Rosario tenga realmente ese nombre, ya que se sospecha que pudo haber conseguido un pasaporte colombiano legítimo tras haber usurpado otra identidad.

El hombre canoso y bajo, entrado en kilos, sigue siendo un fantasma. O un veterano simulador del hampa. Sentado en una diminuta sala del penal del tribunal, este hombre que está detenido en la cárcel de Devoto, condenado a nueve años por narcotráfico, confesó en un diálogo con el diario La Nación que hace once años llegó a la Argentina porque en ese momento aquí “se podía conseguir todo lo que uno quisiera”. Y agregó: “Necesitaba un pasaporte. Conseguí un DNI y luego el pasaporte por 3000 dólares. No era falso, sino mellizo. Luis Avelino Esquivel existía. Yo suplanté su identidad”.

Este narco colombiano vivió once años con ese nombre. Mientras el verdadero Esquivel se esforzaba para salir adelante y sostener a su familia con el reciclado de envases de plástico en Quilmes, el otro realizó más de 20 viajes a Europa.

El propio defensor oficial Martín Gesino, que representó al narco condenado, planteó en los alegatos una ironía que cautivó a todos. Confesó que no sabía cómo llamarlo porque nadie fue capaz de dar con su identidad real. “¿Luis Avelino Esquivel? ¿Oscar Patiño? No sé cómo denominarlo porque no sabemos cómo se llama”, dijo Gesino durante la audiencia.

“Memoricé tanto el número de DNI y el pasaporte 19.347.220 que hasta llegué a olvidarme el verdadero”, admitió. Con esa documentación usurpada empezó a viajar de la Argentina a España y Portugal. Los investigadores lo tienen identificado como una mula o un valijero de cocaína. “Me pagaban el pasaje de avión y 8000 dólares por cada viaje. Sólo llevaba una valija de mano”, dijo y contó que en su vida anterior, en Colombia, era administrador agropecuario, y arrendaba campos donde criaba ganado.

Comentó, además, que su familia colombiana estaba al tanto de su cambio de identidad. “Se lo conté en una carta que les envié desde la cárcel”, recordó. Y explicó: “Tuve que practicar mucho para cambiar la tonada colombiana por la porteña y aprender a hablar como los argentinos. Me costó acostumbrarme a decir «amariyo»”.

En uno de esos viajes cayó preso. El 12 de diciembre de 2008 Esquivel abordó en Ezeiza un vuelo a San Pablo. Fue detenido en esa ciudad brasileña cuando embarcaba hacia Portugal con algo más de cinco kilos de cocaína. La justicia de ese país lo condenó a cinco años de cárcel también con el nombre de Luis Avelino Esquivel, y permaneció en prisión tres años y seis meses en la unidad penitenciaria Cabo PM Marcelo Pires da Silva, en la ciudad de Itaí, donde se alojan a los convictos extranjeros. En Brasil tampoco se dieron cuenta quién era el hombre que estuvo en prisión.

El 18 de mayo de 2012 salió de la cárcel, pero no volvió a los llanos orientales colombianos, donde señaló que tiene a su familia una esposa y dos hijos-, sino que intentó regresar a la Argentina. Pero ya pesaba sobre la cabeza de Esquivel un pedido de captura internacional de Interpol librado por el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo, quien investigaba una banda de colombianos que tenía contactos con una red de narcomenudeo en Campana.