La autopsia reveló que no hubo violencia en la muerte de los ancianos

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Roberto Princic, el hombre de 43 años que convivió un año con los cadáveres de su padre y de su madre, tiene delirio paranoide y su condición supone un “riesgo cierto e inminente para sí y para terceros”.

Así lo reveló un informe interdisciplinario hecho por psiquiatras y psicólogos a pedido del fiscal de Vicente López, Martín Gómez, que está a cargo de la causa.

Princic está internado en el Hospital Municipal Bernardo Houssay, de Vicente López, donde será operado de una fractura en la cadera; después será trasladado a un neuropsiquiátrico.

Según publica La Nación, la autopsia practicada sobre los cuerpos de Eugenio Roberto Princic, de 80 años, y María Elena Guido, de 79, reveló que no había signos de violencia.

“Se practicaron placas radiográficas y ninguna revela traumatismo alguno; los huesos de la tráquea están intactos y las ropas no presentaban signos de fuerza” aplicada sobre ellas, agregaron los informantes.

La data de muerte de María Elena Guido sería de entre 10 y 12 meses, y la de su marido, de entre 12 y 14 meses. Sus cuerpos fueron hallados de manera fortuita en las últimas horas en su casa de Agustín Álvarez 1561, en Florida, Vicente López.

“Un peritaje hecho por expertos de Bomberos con relación a la presencia de tizne u hollín en la cocina de la casa determinó que tendría origen en la ignición de papel. Ello también concuerda con las manifestaciones del hijo del matrimonio, que sostuvo que tenía cortado el suministro de gas y que, como el titular era su papá, él no podía hacer los trámites para la reinstalación del servicio, por eso quemaba papel debajo de una rejilla con aceite y así calentaba su comida. Esa circunstancia generaba una excesiva cantidad de humo”, agregaron los informantes.

El extraño caso fue descubierto por la confesión del hombre ante los médicos que lo atendieron en el hospital de Vicente López. Princic llegó al hospital con una fractura de cadera provocada por una caída en la vía pública. Allí contó que vivía con los cuerpos de sus padres, relato que derivó en el envío de una patrulla a la casa de la calle Álvarez y el hallazgo de los cadáveres.