Vendían droga con una prepaga como pantalla

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Durante dos años, Mario Miguel Kardahai ( 47) dirigió una falsa obra social que ofrecía coberturas del Programa Médico Obligatorio (PMO) por $ 800; el plan “Familiar”, por $ 540; y el “Superador” por $ 20. “Los pedidos se toman vía SMS al número 351-XXX0401. Sólo deben tener nombre, dirección y plan. Los SMS recibidos después de las 22 pasan para el día próximo. Arrojar el papel a la basura una vez leído”, se sugería desde folletos y stickers repartidos a los potenciales clientes en la vía pública.

Los nombres de los distintos “planes” eran en realidad códigos para encargar droga. Y la prestataria de cobertura de salud era en realidad una pantalla para el funcionamiento de una red de narcotraficantes cordobeses que se dedicaban al comercio de marihuana. Esta semana, el jefe y cuatro integrantes de la banda fueron condenados a penas que van desde los cuatro a los nueve años de prisión. El hijo del líder fue absuelto.

En 2010, Mario Kardahai –que había trabajado en una verdadera obra social– armó esta banda y montó un aceitado mecanismo de funcionamiento que promocionaba sus ventas domiciliarias a través de folletos que los clientes, a su vez, repartían a otros clientes.

“Una serie de llamadas anónimas alertó sobre movimientos extraños en el departamento de Kardahai, en el barrio Nuevo Poeta Lugones. Así comenzamos la investigación, que llevó cerca de un año y terminó con la desarticulación de la organización, su juzgamiento y las condenas”, confió el fiscal federal Maximiliano Hairabedian, a cargo del expediente.

El seguimiento del sospechoso incluyó intervenciones telefónicas y hasta el análisis de sus residuos. “Encontramos folletos y papeles sospechosos, con ofertas de planes de salud incongruentes”, detalló una fuente del caso.

Kardahai, utilizando el nombre de la obra social donde había trabajado, recomendaba a la clientela realizar las consultas a través de emails y mensajes de texto.

Durante su alegato, el fiscal Hairabedian describió los hechos por los que se acusó a los cinco sospechosos: “La recepción de los ‘planes de salud’ se hacía telefónicamente hasta las 10. Y el reparto de distintas cantidades de marihuana, de acuerdo al ‘plan’ elegido por los clientes, se realizaba por la tarde”.

El fiscal le contó a Clarín que “indudablemente Kardahai era el líder; en su departamento secuestramos 75 kilos de marihuana. Además, obligaba a su propio hijo a reemplazarlo recibiendo y derivando llamados cuando él se iba de viaje”.

Si no hubiera sido por los llamados anónimos y por la colaboración de un ex integrante de la organización, Kardahai podría haber seguido operando con tranquilidad: la banda no estaba instalada en ninguna zona roja del narco cordobés; tenía códigos particulares de funcionamiento y ninguno de sus integrantes tenía antecedentes.

Tras varios meses de investigación, a fines de septiembre de 2012 la Justicia federal ordenó un operativo con allanamientos simultáneos: en la casa de una mujer –que tendría una relación sentimental con el líder–, en el barrio Alto Alberdi, fueron secuestrados más de 700 kilos de marihuana. Y en el departamento de Kardahai se hallaron otros 70 kilos de marihuana y pastillas de drogas sintéticas, de sustancias que no figuran como ilegales en los listados oficiales de la Sedronar (Secretaría antidrogas).

Al hablar por última vez en las audiencias del juicio, y antes de ser condenado a nueve años de prisión, Mario Kardahai se mostró como un hombre recuperado socialmente: les exhibió a los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 2 su certificado de egresado del secundario –lo terminó en prisión– y su libreta de estudiante de la Facultad de Derecho de la UNC; además, mostró dos diplomas por sus estudios de música y boxeo. Y presentó, orgulloso, una artesanía que le llevó seis meses de trabajo. No le sirvió de mucho: le dieron la pena más alta, por lo que ahora sólo podrá atesorar estos objetos en su celda del penal de Bouwer.