La jubilada engañada junto a su marido con un secuestro virtual por el que pagaron 50 mil dólares de un supuesto rescate el lunes en la localidad bonaerense de Castelar, aseguró hoy que nunca dudaron que su hijo era el que estaba secuestrado y que, tras la llamada, quedaron “paralizados y con mucho miedo”, por lo que no pudieron evitar la estafa.

“Todo el mundo dice ‘pero cómo le diste’ (datos), pero hay que estar en la situación, nosotros somos muy grandes. Hicimos lo que nos fueron indicando por teléfono, no pensamos nada, tenemos los dos 80 años, nuestro hijo estaba sufriendo, punto”, dijo Isabel esta mañana a la prensa, al relatar el momento sufrido por el engaño de un supuesto secuestro de su hijo.

Isabel y su marido Juan José Pisano, dueño de la cadena de pinturerías “Pisano”, ambos de 80 años, fueron engañados por delincuentes que les hicieron creer que tenían secuestrado a su hijo, pagaron 50.000 dólares y estaban por retirar más dinero de un banco hasta que una empleada de la entidad, de la localidad bonaerense de Castelar, sospechó que algo ocurría y avisó a sus familiares.

El hecho que se dio a conocer durante las últimas horas ocurrió el lunes último, alrededor de las 6, cuando Juan José e Isabel se encontraban en su casa de Castelar, partido de Morón, en el oeste del conurbano.

Según relató en declaraciones a un medio local el hijo del matrimonio, llamado Francisco, a esa hora sus padres recibieron un llamado de una persona que simuló ser él: “Reciben un llamado a las seis de la mañana, alguien se hacía pasar por mí llorando, hablando raro, ellos pensaron que era yo”.

Por los nervios del momento, los jubilados no sólo creyeron que se trataba de secuestradores sino que, sin advertirlo, fueron brindando datos personales y familiares que los delincuentes utilizaron para fortalecer el engaño.

Francisco dijo que los falsos secuestradores tuvieron a sus padres al teléfono “durante un rato largo, casi cuatro horas, hasta que abrieran los bancos o tuvieran alguna opción para sacar algo de plata”, y que siempre les ordenaban que dejaran descolgado el teléfono de la casa y lo mantenían hablando por otra línea de manera de asegurarse de “bloquear los teléfonos” y que los Pisano no pudieron comunicarse con nadie más.

“Le pidieron una barbaridad de plata que nosotros no manejamos”, aseguró Francisco en referencia al monto de dinero que la banda demandaba inicialmente, aunque finalmente los hicieron salir a la calle a recorrer bancos para sacar sus ahorros: “Una vez que los sacaron a la calle los empezaron a seguir con dos autos, los empezaron a amedrentar”.

El matrimonio se trasladó hasta un banco, sacó una suma importante de dinero y luego le realizó a los delincuentes un primer pago en el paso a nivel de la estación Castelar; luego fueron a un Banco Provincia, sacaron más plata y la entregaron nuevamente completando unos 50.000 dólares, esta vez cerca de allí.

“No pudieron tener el espacio y la reacción para poder parar el tema. Fueron a otro banco, sacaron plata, le dieron esa plata y querían más. Ya la tercera vez que intentan entrar al banco, ahí la gente del banco se dio cuenta, intuyó algo”, recordó Francisco en referencia a una gerente del banco que lo llamó por teléfono.

“La gerenta del banco de aquí de Castelar, que nos conocen mucho, en un momento dado le pareció extraño y ella llamó a mi familia, a mis sobrinos y ahí terminó todo”, dijo Isabel, quien agregó que tan pronto como pudo reunirse con su hijo comenzó a “llorar y a abrazarlo fuerte, y darle gracias a Dios porque todo había sido una mentira”.

La mujer afirmó que “uno no puede discriminar si el que le habla es un delincuente o es el hijo”, y que en una situación como la suya se “tiene miedo, uno se paraliza mucho” y debería “tomar más precauciones”.