Persiguió durante 13 años a su abusador para que fuera preso y ahora lo liberaron

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“¡Lo peor es que no puedo hacer nada!”, grita Paula con furia, como recriminándole a la vida tanto dolor en apenas 30 años. Justo ella, que es abogada, siente que la Justicia le dio un cachetazo, de esos que lastiman más por quién lo da que por la fuerza del golpe. Está destrozada, quebrada, cansada. Seis meses le duró la paz de poder caminar tranquila por la calle a esta mujer que le hizo juicio a sus padres por obligarla a prostituirse, que logró enviar también a sus dos explotadores sexuales a prisión y que buscó a su abusador durante 13 años hasta que lo mandó preso. Pero ahora se acaba de enterar que la Sala I de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal le otorgó a ese hombre la libertad condicional.

Se trata de Alberto Pampín (57), el empresario del mundo del espectáculo con vínculos K que fue detenido en agosto de 2014 tras permanecer un año prófugo luego de que la Corte Suprema confirmara la condena a cinco años de cárcel por promoción de la prostitución de menores.

Pampín era el ‘cliente especial’ de los ‘privados’ donde Paula -que no es su verdadero nombre- era explotada a los 14 años, y al que estaba obligada a ‘complacer’, incluso a consumir drogas con él. “Había que atenderlo mejor que a otros: iba seguido y dejaba mucho dinero. Además, la recepcionista me pedía que intentara no contradecirlo para no perderlo”, le supo contar a este diario tras el arresto del empresario, allá por 2014.

Paula no tuvo una infancia feliz, mucho menos disfrutó su adolescencia y pasó por tres intentos de suicidio. Sus propios padres, e incluso su tía, cambiaban sus favores sexuales por dinero desde que ella tenía 4 años. Luego, fue entregada a los 14 a dos proxenetas bajo una amenaza cruel: que su hermana menor correría la misma suerte si ella se negaba a prostituirse, y a mandar dinero.

Pero ella un día decidió contar todo en el colegio, al que nunca dejó de ir: “No entendía por qué la directora lloraba mientras me escuchaba”. Y así fue liberada. Ahí comenzó su lucha para meter presos a los culpables.

En 2005, en un caso inédito, la Justicia la habilitó para querellar a sus propios padres. Cinco años después, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 17 los condenó a 10 años de cárcel por “abandono de persona agravado por el vínculo”. Los proxenetas Osvaldo Aníbal Valdez y Hugo César Peña recibieron penas de ocho años por promoción de la prostitución, y por ese mismo delito le cayeron cinco años a Pampín, ya que quedó involucrado por pagar con cheques los servicios de Paula. El fallo fue confirmado por la Corte Suprema en 2013, aunque el empresario, Peña y Valdez se fugaron e Interpol salió a su caza.

Pero fue clave que Paula no se rindió. En 2014, primero cayó Peña y fue ella quien dio con Pampín en su empresa de iluminación, la misma que

En septiembre de 2017 le habían negado el beneficio tras una evaluación médica.

El año pasado, también por la tenaz lucha de esta mujer que está por cumplir 31 y se hace cargo de su hermana, dio con Valdez. Y a 16 años del inicio de su lucha al fin hallaba paz.

“Me quiero morir, no me lo esperaba. Tanta lucha para que lograra una condena y ni siquiera consideraron los informes psicológicos, y que no admitió el delito”, intentó explicar.

Ella sabía que Pampín, tras dos años preso en Marcos Paz, en julio de 2016 había solicitado salidas transitorias y se lo negaron. También se enteró que siete meses más tarde pidió el beneficio de la condicional.

El Juzgado Nacional de Ejecución Penal N° 1, a cargo de José Pérez Arias, el 14 de septiembre del año pasado le rechazó el beneficio basado en los informes de un equipo interdisciplinario. Justo cuando ella celebraba el arresto de Valdez, el último prófugo.

Según los profesionales que evaluaron a Pampín en la cárcel, éste no muestra “una actitud crítica respecto a la prostitución, en cuanto ejercicio de poder, acto de violencia en sí mismo, que implica una desigualdad de género, consistente en rebajar a la mujer a una condición de uso, cosificándola. Si bien reconoce el motivo de su detención, justifica los hechos que se le atribuyen, atenuando su responsabilidad… No se registra conciencia del daño causado a la víctima”.

Pérez Arias instó entonces a que Pampín siguiera el tratamiento en el penal donde estaba alojado y le rechazó la condicional. El empresario apeló. Y el 16 de marzo, la Sala I, en un fallo por mayoría de los jueces Luis Fernando Niño y María Laura Garrigós de Rebori, y con la abstención de Gustavo Bruzzone, le dieron el beneficio. Los magistrados adujeron que el condenado ofreció “continuar” la terapia “que las autoridades consideren más adecuada en forma privada”. Obtuvo la libertad tres días después.

Paula ahora tiene miedo: mientras Pampín intentaba las transitorias y la condicional, fue noqueada en la calle, amenazada en su casa aún cuando se mudó para cortar con esa locura. “Ahora me lo puedo encontrar en cualquier lado. Está libre, como si nada hubiera hecho… Estoy destrozada”, se quejó antes de admitir que es ella la que se siente presa.