Creen que los líderes de la banda de las narcovalijas están en Holanda y Bélgica

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Los líderes de la organización que intentó traficar casi 400 kilos de cocaína en valijas que se hallaban en la embajada rusa en Buenos Aires se encuentran en Holanda o en Bélgica y utilizaban como intermediario al llamado “señor K”, detenido en Alemania, según información de las fuerzas de seguridad rusas.

Este dato surge del procesamiento dictado ayer por el juez federal Julián Ercolini contra el ex policía de la Ciudad de Buenos Aires Iván Blizniouk (35) y el mecánico Alexander Chikalo (37), los supuestos miembros de la banda apresados aquí.

Según el fallo ambos fueron hallados “coautores del delito de almacenamiento de estupefacientes”, seguirán con prisión preventiva por peligro de fuga o entorpecimiento de la investigación y sus bienes fueron embargados en 10 millones de pesos.

La banda comenzó a ser descubierta el 13 de diciembre de 2016, cuando el embajador ruso Viktor Koronelli se comunicó con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, para denunciar la presencia de doce valijas con un contenido sospechoso dentro del colegio adjunto de la embajada.

Alertado del hallazgo, el juez Ercolini ordenó que Gendarmería revisara el contenido, que resultaron ser 389 kilos de cocaína, pero como se quería detener a toda la banda, se cambió la droga por harina y se montó un sistema de monitoreo y rastreador satelital de las valijas.

Luego de que la banda intentara sacar la droga de la sede diplomática, sin chances, en diciembre último se realizó una “entrega vigilada” de la cocaína cuando un alto funcionario ruso estuvo en Buenos Aires y se subieron las maletas al avión que lo trasladaba.

Para el juez se encuentra acreditado que Blizniouk y Chikalo integraban la banda junto con el empresario Andrey Kovalchuk, conocido en la causa como “el señor K”; Ali Abyanov, ex agregado económico de la embajada rusa en Buenos Aires, y Vladimir Kalmykov e Ishtimir Khudzhamov (Timur), quienes fueron a retirar las valijas cuando llegaron a Moscú.

Según el magistrado, todos “tomaron parte en una organización trasnacional con conexiones en varios países –al menos en el país, en la Federación Rusa, en la República Federativa Alemana y en el Reino de los Países Bajos– dedicada al tráfico ilícito de sustancias estupefacientes”.

Si bien se especulaba con que Kovalchuk podría ser el jefe de la banda, las autoridades del Servicio Federal de Seguridad de Rusia informaron al juez que según información operativa, “los compradores verdaderos (dueños de la cocaína) están en Holanda o Bélgica y están negociando con Kovalchuk”.

También indicaron que utilizan un teléfono de línea holandesa que registró comunicaciones con Kalmykov.

“De modo que no puede descartarse que con las investigaciones llevadas a cabo en ambos países, pueda darse con aquellos sujetos”, señaló el fallo de Ercolini.

Respecto de Kovalchuk, que fue detenido en las afueras de Berlín el 1 de marzo a pedido de la Justicia rusa, de la causa surge que “es un individuo conocido en el entorno de distintos tipos de contrabandos”, entre ellos el de caviar, que envió a su país de origen.

También se estableció que en otras ocasiones envió valijas desde Uruguay a Rusia y que en el caso de las maletas con cocaína las pudo ingresar en julio de 2016 a la embajada gracias a sus contactos con el ex agregado económico y que luego pensaba sacarlas porque Blizniouk estaba encargado de la seguridad de la sede diplomática.

Para el juez, Blizniouk y Chikalo tuvieron intervención en el almacenamiento de los 389,240 kilos de cocaína de alta pureza, complementada con levamizol y acondicionada en 360 paquetes que fueron distribuidos en doce valijas llevadas al colegio adjunto de la Embajada.

En el caso de Chikalo, además, colocó en las valijas distintos elementos como pastillas de desodorante para inodoros a fin de dificultar el control de las autoridades estatales.

Blizniouk, por su parte, como policía de la Ciudad “tenía a su cargo valerse de sus contactos (muchos de los cuales fueron incentivados a través de regalos entregados por la organización) para evitar controles policiales y aduaneros en el Aeropuerto de Ezeiza al momento de la salida de las valijas con el estupefaciente”.

Además, quedó a cargo de la custodia del estupefaciente, y en su carácter de funcionario policial de origen ruso e íntimamente relacionado con personal de la Embajada buscaba organizar viajes a su país con cadetes policiales a fin de poder enviar las valijas con droga.