La Rioja: otros tres testimonios agravan la situación de policías

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La causa que investiga la muerte del cadete Emanuel Garay (19) avanzó en las últimas horas con las declaraciones de tres compañeros de la víctima, que comprometieron a varios de los efectivos de la Policía de La Rioja que permanecen detenidos hace una semana.

En las últimas horas, la situación procesal de los efectivos se complicó y la imputación pasó de “lesiones gravísimas” a “homicidio agravado”. Cuatro de los acusados son comisarios y permanecen detenidos. Los cadetes lesionados ayer comenzaron a declarar ante la Justicia.

Los policías fueron detenidos el sábado pasado, tras la muerte de Emanuel producto de un cuadro de deshidratación que le produjo realizar ejercicios físicos extremos bajo una temperatura de 40 grados y la prohibición de que pudieran tomar líquido.

Emanuel agonizó seis días tras un “baile” como ejercicios de preparación para ingresar a la fuerza. Junto al joven fueron internados otros 17 estudiantes. Hoy solo quedan dos hospitalizados (uno en Córdoba y otro en La Rioja).

Ayer declararon tres cadetes ante el fiscal del caso. “Contaron los tormentos que vivieron. El común denominador fue que el baile fue terrible, el piso de la cancha de básquet insoportable y que no les daban agua. Las instructoras tomaban botellas heladas delante de los cadetes”, aseguró a PERFIL Nicolás Azcurra, abogado de la familia de la víctima.

Entre los detenidos hay cuatro comisarios. Dardo Nicolás Gordillo tiene 52 años, es comisario mayor y era subdirector general del Instituto de Seguridad. Por otro lado, está el director del Instituto de Formación Técnica Profesional (Escuela de Cadetes), comisario inspector Ramón Alberto Leguiza. Tiene 48 años.

Su hermano, dos años menor, es el comisario Jorge Marcelo Leguiza y estaba a cargo del Cuerpo del Personal Masculino de la escuela de cadetes.

El último en la lista con cargo de comisario es una mujer: Adriana Rodríguez. Era jefa del cuerpo de Personal Femenino de la escuela. A ella se la identificó en una foto en la que está empujando con su pie a un aspirante que está inclinado en un arroyo. Según las mujeres que terminaron hospitalizadas era una “de las más crueles en las instrucciones” junto a una cadete identificada como Zulema (que está libre pero fue denunciada junto a otros cinco cadetes por la querella).

Instructores. Los otros cuatro detenidos son los instructores de la Escuela de Cadetes: la oficial inspector Nadia Soledad Bravo, los oficiales subinspectores Elio Gonzalo Marcial e Ivana Luna y el oficial ayudante Marcos Miranday.

Marcial fue uno de los apuntados por los cadetes que resultaron hospitalizados. “El nos prohibía tomar agua y si nos daba, nos daba muy poquito”, manifestó Hernán Maya. El aspirante dijo que si les hubieran dado agua, todo hubiese sido distinto y recordó que bebió agua sucia de una pileta que había en el predio. “Tenemos entendido que todos los detenidos estaban presentes ese día en que Garay terminó hospitalizado. Por lo que eran conscientes de lo que sucedió ese lunes 5 de febrero”, contextualizó.

“Los ejercicios eran de resistencia, como cuerpo a tierra, donde nos pegaban la cara en el asfalto, abdominales, flexiones de brazos, trote y carrera a mar a la vuelta de Antonio Gordillo (sic), salto estrella, trote a la vuelta a la cancha, arrastro de espalda y nada más. Los ejercicios fueron sin parar, sin descanso ni hidratación”, explicó uno de los cadetes que declararon ayer.

“Tuvimos más de tres horas sin tomar un trago de agua ni desayunar. Estábamos en presencia de los hermanos Leguiza quienes no intentaron frenar ni calmar un poco el ejercicio ni las torturas”, agregó. Además detalló que hizo cada uno de los detenidos. “Los hermanos Leguiza solo observaron el entrenamiento. A Adriana Rodríguez y Nadia Bravo las vi en el lugar, pero no puedo decir nada de lo que hacían porque no nos permitían mirar al cuerpo femenino. A la subinspector Luna no la vi ese día. Elio Marcial era otro de los instructores que teníamos fue el que no nos dejó desayunar. A Miranday no lo vi esa mañana, lo conocí luego en el hospital, fue el que más nos ayudó”.