Lo ejecutaron de cuatro balazos en un episodio con trasfondo narco

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Por las características y la mecánica del hecho, el homicidio a sangre fría de Miguel Angel Villarroel, un hombre de 55 años sin antecedentes penales en la Justicia provincial pero rozado hace 15 años por un episodio de tráfico de drogas, tiene aroma a un ajuste de cuentas. Fue atacado el lunes a la noche en Mendoza al 7600, en la zona oeste de Rosario, por un sicario que esperó el momento justo y lo aniquiló de cuatro disparos con una pistola calibre 9 milímetros y escapó sin robarle nada. Hace nueve meses a metros de donde ocurrió ese hecho mataron a Gustavo Pérez Castelli, otro hombre vinculado al mundo narco local.

“Eran las 10 de la noche del lunes. Nosotros estábamos por sentarnos a la mesa para cenar y escuchamos cuatro estampidos secos. Le dije a mi hijo que se fijara por las dudas, pero no le dimos importancia porque pensamos que era el escape de un moto. Al rato vimos el revuelo en la calle, salimos y el tipo estaba ahí, tirado”, comentó Ricardo, mientras señalaba la vereda de su casa, donde cayó sin vida Villaroel.

En el césped de la vereda, a pocos metros del cordón y de un poste de luz pintado de rojo y negro, ayer a la mañana todavía quedaba un manchón fresco de la sangre que perdió el cuerpo de la víctima, producto de las heridas de arma de fuego que recibió, publica el diario La Capital de Rosario.

Según pudieron reconstruir los investigadores Villarroel vivía en el Fonavi de Derqui y Circunvalación, a sólo 200 metros de donde lo mataron. El hombre caminaba por calle Mendoza a la altura del 7560 cuando un hombre solo se le acercó a pie, se le puso a la par y le gatilló sin mediar palabras.

“Dicen que primero le pegó un par de tiros en las piernas y se cayó. Y que cuando intentó levantarse de rodillas lo remataron con otros balazos al cuerpo. Se escucharon los tiros y después silencio, así que no creo que el asesino se haya escapado de acá en moto o auto”, coincidieron comerciantes y vecinos que llegaron al lugar inmediatamente después del furioso ataque.

Además, alguien de la zona escuchó los pasos del agresor, que parece haber caminado hacia el oeste hasta que se perdió en la oscuridad del Pasaje 1604 (tiene salida hacia calle Cochet, una pequeña cortada paralela que corre paralela a Mendoza hacia el norte). Allí, seguramente lo esperaba un vehículo de apoyo en el cual escapó.

Cuando llegaron los primeros patrulleros de la subcomisaría 22ª y de la Policía de Investigaciones (PDI) al lugar, Villarroel ya no tenía signos vitales. En la escena del crimen, disperas en el pasto, se hallaron cuatro vainas servidas calibre 9 milímetros. La víctima tenía sus pertenencias y dinero, indicio claro que sólo querían quitarle la vida.

El hecho ocurrió en un horario en el cual todavía hay movimiento en esa transitada arteria del oeste rosarino y muchos comercios se mantienen abiertos en ambas veredas. Enfrente está el complejo de canchas de fútbol 5 “Vale Chumbar”, donde había gente jugando; el motel “77”, el geriátrico El Hogar, y en la ochava noroeste de Circunvalación y Mendoza la estación de servicios GNC. Unos metros más al oeste también hay una estación de servicios Exxon y una sucursal del supermercado La Gallega.

Varios de esos espacios comerciales tienen cámaras de video vigilancia que el fiscal de la Unidad de Homicidios Ademár Bianchini, a cargo de la investigación del caso, ya mandó a relevar como una de las primeras medidas de rigor para ver si en los registros fílmicos se aprecia algo de lo ocurrido.

No obstante, las personas consultadas por este diario dijeron que un hombre en bicicleta que pasó circunstancialmente por el lugar cuando se produjo el ataque habría observado la secuencia. Esa circunstancia se prestó a confusión, ya que de acuerdo a los datos preliminares del hecho se dijo que el agresor se trasladaba en bicicleta, cuando en realidad se trataba de un testigo.

Respecto a las causas o motivos que originaron el ataque, los investigadores pivotean entre hipótesis vinculadas a venganzas o ajuste de cuentas. Algunas personas que deambulan por esas calles y dijeron conocer de vista a la víctima se blindaron ante la consulta de este diario, aunque arriesgaron una opinión: “Amigo, este quiso acaparar más de lo que debía, o se quedó con algo que no era suyo”.

A pocos metros de donde el lunes asesinaron a Miguel Angel Villarroel, más precisamente en la colectora de Circunvalación y Mendoza, funciona desde hace muchos años un carribar de comidas rápidas. Allí, el 31 de mayo de 2015 fue asesinado el propietario del emprendimiento, Gustavo Pérez Castelli, a quien no sólo balearon sino que le cortaron una oreja. Su nombre no habría trascendido de no ser el padre de Justina Pérez Castelli, la joven de 23 años que el 29 de diciembre de 2013 fue asesinada a tiros en el acceso Sur y Ayolas cuando a bordo de un Citroën DC3 acompañaba a Luis Medina, el empresario sindicado como narcotraficante que fuera dueño de la franquicia local del boliche Esperanto.