El músico que sedujo y extorsionó a más de 50 mujeres

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La historia empezó con Messenger hace casi siete años y sólo terminó hace un mes. Todo ese tiempo de angustia y desesperación vivió la joven víctima que, en 2012, denunció a un NN que la extorsionaba a través de Facebook. Lograron detenerlo; dueño de decenas de perfiles -algunos que duraban sólo minutos- tenía en su computadora cientos de fotos íntimas de más de 50 víctimas, entre ellas, varias menores.

El caso, según dijo el fiscal Gustavo Dalma, no tiene precedente en el país por el número de damnificadas y por el modo en que se movía el detenido. Según publica el diario La Nación, es el músico Franco Carignano, de 26 años, tecladista del grupo de cuarteto Trulalá desde hacía cuatro meses: ahora está preso y se niega a declarar.

Los investigadores descuentan que pasó buena parte de los últimos años frente a la computadora. No tenía conocimientos avanzados de informática y la máquina era “apenas de avanzada”. ¿Cómo operaba? Desde un perfil falso entablaba una relación con una mujer, lograba cierto grado de confianza e intimidad, pedía que le enviara fotos desnudas y, después, empezaba a extorsionarla diciéndole que si no mandaba otras publicaría las que tenía.

La chica denunciante nunca lo conoció personalmente ni sabía quién era. “Después del primer envío, consentido, le aparecían perfiles distintos -incluso de mujer- diciéndole: «Soy el de las fotos» y pidiendo más.” El reclamo era en tiempo real, daba indicaciones de qué pose debía adoptar o qué gesto hacer. De esa manera evitaba que le enviaran cualquier imagen.

“Extorsionaba un fantasma -continúa el fiscal-, las amenazas podían venir de cualquier parte del mundo; aparecía en la red y si la mujer no lo aceptaba empezaban a aparecer las fotos en los contactos de la víctima; las obligaba a hacer lo que pedía.”

La investigación se complicó porque el primer proveedor de Internet de Carignano se negó a identificar al usuario; las empresas no están obligadas a dar esa información. El caso llegó hace ocho meses al área de Coordinación y Seguimiento de Cibercrimen que coordina la fiscal adjunta Alejandra Hillman.

Los integrantes de la Dirección de Investigaciones Operativas -un grupo de profesionales jóvenes instalados en una oficina minúscula, lejos de lo que se ve en las series de TV- analizaron todo el material aportado por la víctima. Admiten que fue de gran ayuda que hiciera captura de pantallas, que conservara todo.

Mientras se lo rastreaba, seguía acosándola. La imposibilidad de los investigadores de hacerse pasar por ella -la figura del “agente encubierto” sólo rige para delitos relacionados con el narcotráfico- también complejizó la pesquisa. Finalmente lograron identificarlo mientras extorsionaba a la joven. A partir de su detención y del secuestro de la PC se sumaron los técnicos para realizar peritajes de los archivos. El extorsionador tenía un método para guardar las fotos, ni siquiera usaba el nombre de las víctimas. Ya se logró identificar a otras víctimas y Dalma espera resultados de nuevos peritajes para tomarle declaración indagatoria; la detención se hizo bajo la figura de extorsión, pero podría cambiar a la coacción calificada (la pena puede ser hasta 10 años de cárcel). Si se comprueba la existencia de pornografía infantil podría ampliarse la acusación.

“No hay legislación específica que contemple este tipo de hechos delictivos y hay que insistir que la privacidad existe en la red, que no se puede culpar a la víctima «porque lo hizo en Internet»”, enfatiza el fiscal.

“A mí no me van a encontrar nunca, inténtalo”, era la respuesta del extorsionador cuando la joven le decía que lo denunciaría. Uno de los investigadores subraya: “No existe el anonimato en la Web, siempre queda un rastro; se demora, pero se llega a la identificación”.

Hillman señala que es muy compleja la investigación de los delitos “en la nube” porque son de rápida comisión y de veloz desaparición de la evidencia. Por desconocimiento, incluso, muchas víctimas dan de baja la prueba.

Hace unos días, la mujer denunciante que permitió avanzar en la investigación contó, en una carta abierta en Facebook, que pensó en suicidarse: “Cuando no contestaba, me enviaba mensajes privados como: «¿No pensás contestar? Mirá la foto de perfil que subí, acá comienza todo si no contestás», siempre recalcando que iba a subir mis fotos y videos etiquetando a mi familia y amigos (?). Le pedía por favor que me deje tranquila, pero a él nada le importaba, sólo le interesaba que le envíe fotos y videos donde me describía las posiciones que él deseaba”.